viernes, 11 de septiembre de 2015

La mala excusa, el deporte nacional.

"Es que soy así ". Parece que ese es el justificante nacional para cualquier metedura de pata. Como si por eso, las palabras dichas volaran y no se quedaran atrapadas en la memoria.  Como si así los hechos doliesen menos. No es más que una mala excusa, la cual es más fácil de decir que el hecho de pensar antes de hablar, más fácil que cambiar lo que no debe seguir como hasta ahora. 

sábado, 29 de agosto de 2015



" El miedo no es siempre malo. Es como un despertador, como una alarma. Nos recuerda que aunque estamos medio dormidos, no debemos seguir estándolo. Nos recuerda que es hora de levantarse y hacer algo, algo más de lo que estamos haciendo, puesto que no es suficiente. Que estar plácidamente cinco minutos más remoloneando no arreglarán nada, sino que pueden empeorarlo. Que eso nos quitará tiempo para reaccionar y hacer aquello que sin duda, deberíamos tener como prioridad, o al menos,tener por encima de la comodidad de una cama"

lunes, 15 de junio de 2015

15/06/2015



A estas alturas me conozco bien, y sé que cada vez más a menudo me dejo llevar por mi soberbia. Sé que la dejo hablar por mí y que después del punto de euforia, me arrepiento. Pero y ¿qué hago si soy intensa y de extremos? Me cuesta mucho y muy caro a veces, pero me he aceptado así. Pero cuando ser así es a costa de hacerte daño, me duele. Me duele justo después de soltar la bomba, porque sé el daño que eso va a hacerte. Y de verdad que lo siento por todas las veces que mi prepotencia o que tenga un temperamento tan fuerte te han hecho daño. Siento no poder controlarlo aunque lo intento.
Lo que más me duele es volcar siempre todas mis frustraciones contra ti, y que siempre tengas que ser tú el que tenga que comerse lo tuyo y lo de los demás. Pero en parte sabías a lo que te exponías conmigo.
Eres mi persona, para bien o para mal, y supongo que esa es la respuesta a todo. Choco contra ti absolutamente todo porque sé que no te vas a mover de ahí, ni a desaparecer, ni a romperte. Sé que no vas a asustarte por ello, ni tampoco a sorprenderte. Choco porque sé que a pesar de todo, vas a seguir ahí, sin irte a ningún sitio. Y hacía mucho que no podía ser así con nadie, y siendo sincera creo que con nadie he podido ser así, ni dejarme ver como un libro abierto como contigo. Son las consecuencias de querer a alguien como yo.
Detesto hacerte sentir mal como ayer, que no entiendas de dónde vienen todas las malas palabras y las formas para nada justificadas. Siento ser demasiado brusca e hiriente contigo, porque precisamente por no irte, por quedarte siempre, eres la última persona con la que me gusta hacer eso.

Pero por otra parte, me parece comprensible que seas tú y nadie más. Cuando has estado enfadado conmigo has sabido dejarlo a un lado para abrazarme, has sabido respirar hondo y olvidarlo cuando te he necesitado conmigo. No sólo en lo malo, también has sido capaz de decir basta para no desaprovechar el poco tiempo que durante estos dos últimos años hemos estado juntos. Has puesto eso por delante, el quererme y el echarme de menos a estar molesto conmigo. 

Y si yo he sido capaz a hacer lo mismo, a saber apartar el mal humor y mi carácter a veces, es porque me has enseñado a hacerlo. Me has enseñado a respirar profundo antes de dejar salir a mis demonios. Te lo dije una vez, y después de la primera unas cuantas más: y es que me aportas la calma y la templanza que yo nunca he sabido tener. Sabes llevarme, aunque te cueste, y sabes desquiciarme y calmarme a partes iguales. Y nunca nadie antes se había molestado en comprender que a mí me cuesta un poco más que al resto eso de que no me pierda la boca y el hecho de calmarme y no dejarme llevar por mi carácter fuerte. Nadie hasta que tú llegaste se había parado a intentarlo siquiera. 

De verdad que lo siento. Sólo quiero que sepas que soy la primera que sabe cómo soy, y sé que soy una persona totalmente impredecible y demasiado excéntrica, demasiado intensa como he dicho ya y temperamental, alguien que le pierde la boca nada más abrirla y que lo de controlarse a la hora de hablar, y sobre todo, callarse algunas cosas de las que piensa es prácticamente imposible. Sé que soy difícil, pero también sé todas las cosas buenas que tengo, y sólo espero que cuando se den situaciones así, tú las recuerdes una a una, y siga mereciendo la pena. 

Sé el daño que puedo hacerte casi hasta sin querer, pero sabes que al hacerlo acabo saliendo yo peor parada. Me duele bastante más que a ti, créeme. Sólo quiero que seas feliz, y colaborar yo en ello. Hacerte reír todos los días que me quedan y que siga sin hacernos falta hablar para saber lo que sentimos. Que con el simple hecho de mirarnos o reírnos, sepamos lo que nos estamos diciendo. Tú le das magia y chispa a mi vida, a todos mis días. Me das todo lo que necesito y más de lo que podría pedir, a pesar de todo, y eso es lo que espero darte yo siempre. Te quiero. 


Más que ayer, menos que mañana.

domingo, 7 de junio de 2015

Te quiero.

 “Sólo porque me haces querer serlo”.
Voy a ser la mejor novia que hayas tenido jamás. Sí. Voy a serlo porque quiero, porque tú lo eres conmigo. Me voy a reír de todas tus bromas, incluso si significa que seré la única riéndome contigo. Voy a sonreír cada vez que nuestras miradas se encuentren, porque lo siento así.

 Voy a pasar mis domingos contigo, viéndote saltar de emoción cuando tu equipo favorito marque un gol, siempre que tu me acompañes a una librería de vez en cuando. Te voy a ayudar a preparar la cena, pero sólo si prometes ayudarme a limpiar después. Y si me quieres ahí contigo, veremos todas las películas de acción y superhéroes juntos, pero sólo si estás dispuesto a ver una comedia romántica conmigo.

 También voy a tomar cerveza (o vino) contigo mientras me hablas de cómo te fue en el trabajo. Y cuando estés enfermo, voy a hacer mi mejor esfuerzo para hacerte sentir mejor con todas las caricias y besos que pueda darte. Y espero que tú hagas lo mismo.
Voy a darte tu propio espacio. Y espero que tú me des el mío. Voy a preguntarte cómo estuvo tu día –no por rutina, si no por curiosidad-, porque quiero saber qué partes de tu día te hicieron sonreír y cuáles te hicieron enojar. Voy a sorprenderte en distintas ocasiones, y a mimarte diariamente. Igual que espero que tú lo hagas por mí.

Prometo serte leal. Porque al final del día, eres el único que quiero. Voy a ser la que comparta tus esperanzas, tus sueños y tus miedos. Seré tu diario andante. Seré real, y prometo decirte las cosas como son. Porque no mereces menos. Haré lo posible por considerar tus pensamientos y sentimientos, y aunque no sea capaz de llenar tus zapatos de talla 42, haré mi mejor esfuerzo por caminar con ellos antes de juzgar tus pasos. Así que espero que tú trates de ponerte en mi lugar también.


Voy a gritar y voy a llorar. Mis inseguridades y celos eventualmente van a salir a la luz sin importar cuánto trate de esconderlas. Habrán ocasiones en las que no tendrán mucho sentido. Cuando esté confusa o preocupada, voy a hacer preguntas, muchas preguntas. A veces van a ser largas y estúpidas, así que voy a necesitar que seas paciente conmigo. Voy a darte largos silencios cuando esté molesta, y voy a evitar contacto contigo cuando no esté lista para hablarte. 

También voy a hacerte enfadar, pero como no soy capaz de leer tu mente, voy a necesitar que me lo digas. Y mientras discutamos, voy a intentar considerar tus sentimientos y ser justa. Así que te pido que tú hagas lo mismo por mí.
Voy a tratarte como me gustaría que tú me tratases. Quiero ser todo lo bueno para ti, y aunque ya sé que no siempre puede ser así, voy a esforzarme.

 No puedo prometerte que seré perfecta, pero como tu novia, voy a hacer todo lo que pueda para ser la mejor que hayas tenido jamás.

Sólo porque me haces querer serlo.

viernes, 5 de junio de 2015

5/06/2015

Es difícil concentrarse en algo cuando tu cabeza está a mil leguas de donde debería. 
Cuando es momento de lo bueno, es espectacular, pero desde un tiempo atrás hasta ahora, cuando llega lo malo no hay forma de salir del agujero. No somos capaces de subir hasta arriba ni de escalar hacia la luz...lo único que sabemos es dar vueltas y vueltas dentro de ese agujero negro, sin descanso, hasta que al final algo llamado desistimiento nos saca fuera.
No nos saca el ponernos de acuerdo, ni el hablar las cosas y llegar a una conclusión que nos convenza a los dos, como creo que debería ser en cualquier tipo de relación. Lo que nos hace salir de ese agujero oscuro es el hecho de dejarlo estar, dar la razón al otro para acabar con tanta ida y venida y así pasar al siguiente agujero, el cual no está muy lejos.
Es como una bola que se hace cada vez más grande, y que con cada una de estas huidas se va alimentando. Puede que sea el calor o el agobio de los exámenes los que hablan por mí...pero creo que quien realmente lo hace es mi vista puesta en el futuro, un futuro que justo en este momento, veo demasiado gris.

martes, 2 de junio de 2015

Lo que importa de verdad está debajo de la piel.


Recuerdo como si fuera ayer qué día me di cuenta de que te quería. No de la forma en la que te había querido hasta entonces, claro, sino de una forma que ni podía ni quería comprender, en parte. Recuerdo esa noche, que marcó el punto de inflexión de toda esta historia. Había querido muchas cosas en mi vida, ansiado tiempo y momentos con personas que me quisieron mal, y también de otras que no quisieron dejármelo ver ni siquiera, pero nunca había anhelado con tantas ganas una piel contra la mía.
Sentía la necesidad de rozarte, aunque fuese lo más mínimo, como si eso fuese lo único importante. Como si así pudiera tocar el cielo. Y cuando pasó, cuando te acaricié despacio, cada parte de tu cuerpo, me di cuenta de que era mucho mejor que eso.
Reconozco que no siempre fui lo suficientemente clara, pero eso no quiere decir que yo no lo sintiera cristalino desde entonces. Sabía perfectamente lo que sentía, lo que quería, lo que éramos capaces de conseguir si nos arriesgábamos a intentarlo. El problema está en que cuando todo parece tan real, tan inminente y, sobretodo, tan idílico, hay algo que nos hace creer que va a hacer aguas por algún sitio en cualquier momento. 
No es común que las cosas nos salgan como queremos, y cuando lo tenemos delante, al alcance de la mano y mucho mejor de lo que podíamos imaginar, el miedo irrumpe. Se lleva toda la luz y lo envuelve todo con un negro telón.
Aprendí que hay que ser valiente y atreverse a correrlo, mirar lo que hay detrás de él, y darse cuenta de que nada podría ser más excitante.

Hay una frase que dice que todo lo que quieres está al otro lado del miedo, y no puedo estar más de acuerdo.


Y cómo no, los principios casi siempre son dulces, y éste no fue menos. Como yo esperaba, no tardó mucho en dejar de serlo para pasar a ser lo más amargo que hasta entonces había sentido. Sobra decir que me rompí por todas partes, en mil pedazos. Hubo millones de trozos desperdigados durante días, semanas, meses y noches en las que me ahogaba entre tantos pensamientos. No podía ni llorar, ni eso siquiera. Estaba totalmente vacía, y realmente me sentía muerta por dentro. Puede que fuese una lección, una más, para hacerme ver que la realidad no consiste en flotar en una nube como yo me sentía hasta entonces. Y a pesar de todo ese tiempo, de esas noches y de ese dolor que llegó a consumirme y a transformarme, fue necesario. Cuando todo eso pasó, y empezaron a cicatrizar las heridas, las cosas fueron para mí totalmente distintas.


Me di cuenta de que todos esos pedazos que consideraba rotos en mí, se habían reconstruido tras todo aquello. Que necesitaban romperse para recomponerse y ser lo que siempre debieron ser. Tras todo aquello las cosas cogieron el camino que siempre debieron tomar. Todo era real; esa era la verdadera realidad que ambos siempre debimos compartir.


Nunca podré olvidar esos sentimientos, ni quiero pues me han hecho como soy ahora, pero no me han impedido en ningún momento avanzar. Es más, me han hecho mejorar en aspectos cruciales.


Ni eso ni nadie ha podido destruir todo lo que tenemos, todo lo que queremos en la vida, ni tampoco lo que sentimos el uno por el otro. Nunca dejé de quererte y aunque mi orgullo herido hablaba, tampoco nunca llegué a odiarte. Todo lo malo, todo aquel tiempo para mí se ha esfumado y ha merecido la pena, de verdad que sí. Nos ha hecho crecer  lo suficiente como para darnos cuenta de que lo que queremos en la vida es el uno al otro, y nos ha preparado para querernos como siempre debimos hacerlo.


Eres la fuerza en la flaqueza, la luz en la penumbra, y la certeza entre toda mi incertidumbre. Te has convertido en mi hogar, en mi refugio, y no hay lugar más acogedor que entre tus brazos. Me transmites la paz y la calma que a mí me faltan. Y sé que en el fondo, no dependo de ti para hacer mi vida y sé que podría vivir sin ti perfectamente. Pero el punto está en que no quiero, ni es una opción para mí.


Es tu serenidad y tu mente fría ante los problemas lo que complementa la intensidad que a mí me desborda, y lo que equilibra la fina línea que hay entre mi pronto y el extremo. Eres quien sabe hacerme respirar profundo y visualizar. Impides, aunque no demasiadas veces, que mi temperamento exagerado hable por mí, y eso es algo que nadie aún había logrado. Cada día tengo más claro que no quiero días en los que estés, ni atardeceres sin compartir contigo. 


No puedo prometerte un futuro de ensueño ni tampoco que siempre vaya a ser tan adorable como en este momento. Seguramente lo que sí puedo afirmar que seré igual de "modesta". Pero aún así, me atrevo a decir y hablar por el presente, incluso por un futuro a corto plazo. Puedo atreverme a decir que te regalaré mis mejores días y mis mejores noches siempre que pueda; me atrevo a decir que seré tu roca cuando todo lo que sientes te haga sentirte perdido, y que cuando te sientas abatido, yo estaré a tu lado, sin articular palabra.

Te digo que el hecho de que sonrías será en muchas ocasiones la mejor recompensa, mi mayor logro.
También puedo decirte que me sentiré orgullosa de ti cuando las cosas te salgan como quieres, pero también cuando todo parezca desmoronarse y perder el sentido.
Puedo decirte que pase lo que pase, serás alguien que siempre podrá contar conmigo, incluso cuando no quieras, incluso aunque me pese.
Y realmente, lo único que quiero ahora es decirte es que te quiero con toda mi alma, decírtelo al oído, y saber que a la vez que me abrazas y me escuchas, mi voz acaricia tu alma.

miércoles, 13 de mayo de 2015

13/05/2015

Mi parte masoquista, esa de la que suelo huir, al final siempre me encuentra. Y es que puede que sea algo puramente mío, imposible de darle esquinazo, esperando siempre que puede para salir y merodear, para torturarme un poco. 
Qué necesidad tenía yo de saber esto. Qué necesidad de escuchar ese nombre que todavía no soy capaz de pronunciar sin llorar por dentro. Pero es innato en mi querer hablar de aquello que me hace daño. No debería dolerme tanto, pero me duele. Y no sabes cuánto me escuece reconocerlo, pero supongo que he dejado de ser esa niñata que vivía en los mundos de Yupi que era para ti. A lo mejor no era tan pequeña como tú pensabas. A lo mejor tenía ideas y metas claras que tú ni siquiera podías imaginar. A lo mejor tenía menos pájaros en la cabeza de los que tú acabaste convenciéndome que tenía. A lo mejor te dejé ser mi voz y mi voto cuando tú no tenías derecho a opinar esas cosas sobre mí. A lo mejor me he esforzado desde entonces en demostrarte que para nada soy blanda y vulnerable, que puedo conseguir todo lo que me proponga y que no me van a flaquear las fuerzas. Y sé que no lo sabrás, y que ni siquiera llega a importarte, pero sigo haciéndolo. Cuando me propongo algo, inconscientemente pienso que es algo que debo demostrarte y hacerte cambiar de opinión. 
Seguramente no pueda ser más estúpida ni malgastar más mi tiempo, pero llegué a escucharte tantas veces decir "Rebeca, tú y yo estamos en mundos distintos. Yo estoy en el de los adultos y tú aún en los de Yupi" que acabé creyéndolo. Acabé sintiéndome tan imbécil y floja como tú me considerabas. Dejé de pensar y tener opinión propia de mí y empecé a pensar como tú. Y es que es triste que todo eso haya cambiado y no puedas verlo...pero mejor así. 

jueves, 23 de abril de 2015

GGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGG

He hecho todo y más para captar un mínimo de tu atención desde que veo que esquivas todas mis señales. Lo único que me falta es llamar a golpes a tu puerta, pero creo que no llegue a tal punto.
De verdad que he intentado que me de igual, e incluso el día propio no me importó. Pero lo peor han sido los días siguientes.
Ya sé que la excusa más patética y común de volver a alguien de quien no sabes nada ni quiere saber de ti es felicitándole por su cumpleaños. Todos recurrimos a ello, y en alguna ocasión nos han reclamado con lo mismo. 
Y aunque he dicho que es patético...ojalá lo hubieras hecho. Felicidades. No pediría nada más. No sé por qué, pero aún me duele y no consigo acostumbrarme. Debería haber sacado tiempo suficiente en estos cuatro años para hacerlo, pero todavía no encuentro la forma.
No me entristece ni me lastima, pero de vez en cuando, escuece, aunque ya sabéis eso de que sarna con gusto no pica. Ese refrán empleado para mí sería morir de sarna hasta con gusto. Si aún no conocéis a la reina del masoquismo, me presento. Soy yo.
Pues eso, que me dueles a veces. Que eres la peor herida sin cicatrizar de la historia. Que una de dos, padezco de hemofilia severa en cuanto a ti se refiere o simplemente te extraño todavía.
Ojalá te hubieras acordado...ojalá te hubiera importado siquiera.

viernes, 17 de abril de 2015

15/04/2015

Hacía mucho tiempo que no necesitaba escribir nada. Mucho tiempo sin la necesidad de sacar nada del pecho entre líneas. Pero realmente hoy me desbordan los sentimientos, hago aguas por todas partes.
No hay nadie que me quite las ganas ni las fuerzas mejor que tú. De verdad que hay veces que me abates tanto que me siento derrotada, como si ya no pudiera hacer más, como si ya no pudiese depender de mí. Y eso para alguien como yo se puede traducir en pánico.

No soy nada sin tener todo entre mis manos, si no sé que puedo cambiarlo, solucionarlo o simplemente dejarlo ir. Necesito que dependa de mí, no asimilo que las situaciones me dominen. Pero precisamente para eso, para no dejarme controlar la situación, estás tú.
 Llegas y me lo descolocas todo. Todo se vuelve confuso, imprevisible, y esa necesidad de mover a mi antojo las fichas se desvanece. 
Pero, ¿sabes lo peor? Que si eres tú quien lo hace, me da igual. Haces que todo sea fluido, que no necesite tener nada controlado, o al menos, casi nada. No me importa que me desquicies, ni que me desconciertes, ni que me saques de mis casillas, ni que incluso a veces, me hagas daño. Después de todo lo que sé y que puedo recordar, no son pocas las personas que me lo han hecho. Y cuando eso te pasa, como nos ha pasado a todos, comienzas a distinguir el dolor, y es que no todos son iguales. Todas las personas que nos cruzamos en la vida, por el simple hecho de pertenecer en ella aunque sea breve, nos harán daño. Es así, es la forma que tienen las cosas de cobrar sentido y magnitud. Eso es lo que nos hace tener claro que es real, que podemos tocarlo y sentirlo. Que estará ahí si alguna vez lo hemos dudado.  Duele porque las cosas a veces tienen que doler. 

Y por eso, por tener el cuerpo y el corazón lleno de cicatrices, sé que este es del que recompone y purifica. Ya me han dolido casi todas las partes del cuerpo, ya tengo magulladuras en casi todos los rincones de mi alma, y lo cierto es que eso puede hacerlo cualquiera. Cualquiera puede llegar a nuestras vidas y partirnos en dos, siempre y cuando le dejemos entrar, y siempre que sea lo suficientemente cabrón/a para lograrlo. 

Y el punto de todo esto es que cualquier persona puede hacernos daño, pero prácticamente nadie puede compensarlo y hacerlo invisible con amor.

Nadie tiene más de mí de lo que tú tienes. Física, intelectual, pasional y emocionalmente. Mueves y estimulas lo mejor y peor de mí, me haces títere en tus manos, pero en el buen sentido. Y es en veces como esta, veces en las que me siento realmente exhausta y agotada, cuando simplemente por esto no puedo no tentar una vez más y volver a intentarlo.

Te quiero más de lo que nunca pensé que podría quererse a alguien, No puedo negar que a veces siento que no es suficiente con eso, y en parte es así, no llega. Pero después me agolpa todo lo demás. Vuelven recuerdos, caricias y amaneceres, y me atraviesan. Mi corazón palpita más fuerte y decide por mí porque le dejo. Porque por encima de todo lo demás, te elijo. Siempre vas a ser tú, Tú y tu sonrisa infinita. Tú y tus ojos oscuros. Tú y tu forma de tocarme y atravesarme la piel. No hay nada que no hayamos superado juntos, nada lo suficientemente fuerte como para hacer que esto se termine, ni creo que lo haya. Y es que no quiero una vida, ni una semana, ni un día sin ti. Le das sentido a todo lo que no lo tiene, haces de todo lo confuso poesía, y siempre puedo encontrarme en tus pupilas cuando me siento perdida. No es algo que suceda a todo el mundo ni demasiadas veces en la vida, y tras muchas dudas y conflictos internos, he comprendido la paciencia y dedicación que el amor exige. Que habrá cosas que me hagan sentirme así, seguramente, infinidad de veces, pero que nunca habrá nada que pueda derrumbar lo que juntos hemos construido. Nada que no merezca la pena pelear y luchar.




sábado, 11 de abril de 2015

"Sólo hay un infierno, y estamos viviendo en él".

"Sólo hay un infierno, y estamos viviendo en él". Puede que eso del cielo y el infierno sea sólo para controlar nuestra conducta a lo largo de nuestras vidas, para darnos las consecuencias a todas las malas acciones, advirtiendo un buen o mal final según les guste nuestro comportamiento. Pero lo cierto es que creo cada vez más que no hay ni una ni otra, sólo es nuestra forma de ver la vida quien determina su existencia. Está en nuestro subconsciente, en nuestra mano elegir creer en ello o no. Me inclino por el infierno aquí y ahora, como si eso fuese lo realmente verdadero, como si a cada uno nos quemase de una forma distinta. 
Puede que a mí me queme más la piel, que me acerque más al magma de lo que debería y que esté más enferma de lo normal en un mundo desconcertante, pero sinceramente si todo lo que tengo supone locura o demencia, bienvenidas sean.
Si esto es el infierno, para mí a tu lado se ha convertido en el culmen, en el punto álgido que a mí me gusta denominar felicidad. En mi zona neutral, en el lugar donde puedo ser yo misma y hacer cualquier cosa que me proponga. El lugar donde tú y yo podemos llegar a brillar y arder incluso más que el sol. El sitio donde nadie excepto nosotros puede decidir el cuándo, el dónde, y sobre todo el cómo. 
Te has convertido en el centro y fin de todo. Y puede que nos guste demasiado el exceso, el riesgo innecesario y dejarnos llevar hasta el extremo, pero no lo querría de otra forma. No nos querría de otro modo. Así que gracias, infierno, por hacer de ti y de su presencia mi pequeño paraíso terrenal.

lunes, 9 de febrero de 2015

Adiós.

He acabado el gran capítulo que ocupas en mi historia. He cambiado la página, cerrado el libro.
No puedo decir que no volveré a escribir sobre ti, ni tampoco que sea una verdadera despedida por mi parte, pero sí que te cierro la puerta. Esta vez sí. Es hora de que recoja todos tus restos y los incinere, que los haga desaparecer y dejar sitio para nuevos recuerdos, nuevas personas. Siempre te voy a llevar conmigo, pero no voy a seguir cargando con un lastre.
Se acabó el condicionarme, el descolocarme, el importarme o el simple hecho de sentir que todavía algo de ti me pertenece. Y sobre todo, dejar de sentir que soy como soy por ti, que dejarte a un lado es perder cosas de mí. Soy quien soy y tú ya no tienes nada que ver con eso, ni conmigo, nunca más.
Has hecho una vida, en parte conseguido lo que hasta donde yo sé, deseabas. Y me alegro por ti, de verdad que sí. Te deseo lo mejor y espero que nunca dejes que nadie haga enmudecer esa ambición que siempre he admirado de ti.
He aprendido muchas cosas de ti y me has dado algunos de los mejores momentos y recuerdos que tengo. Has sido crucial y oportuno, has sido durante un tiempo la persona más importante para mí y tu paso por mi vida me ha marcado, pero ya está. Ya no es así y no puedo seguir fingiendo que algún día volverá a ser ni siquiera parecido. Porque no lo será, y ya no me importa.
Has sido en demasiadas ocasiones mi fuente de inspiración, pues todos sabemos que las mejores líneas y las mejores reflexiones provienen del dolor, de la frustración, de la tristeza, y todas ellas me has provocado infinidad de veces. Pero se ha acabado. He aprendido a dejarlas ir, y a ellas contigo.
Gracias por haber aparecido y por enseñarme tantas cosas, por haberme hecho descubrirme, por haberme enseñado lo que significaba desnudar el alma ante una persona sin sentir miedo justo después, y por haber dejado la huella que has dejado en mí. A pesar de todo, siempre tendrás un hueco en mi corazón, y sin ninguna pena, te digo por primera y última vez adiós.

viernes, 30 de enero de 2015

It's time to.

Ya he tenido mi tiempo para llorar y dormir de estar sumamente agotada. Ya ha pasado el tiempo de duelo que podía permitirme. Ya he podido arrepentirme, sacudirme el polvo de los hombros y decir 'hasta aquí'. No hay penas ni arrepentimientos que valgan. Ni compadecerme, ni martirizarme, ni seguir culpándome. 
Claro que es mi culpa y claro que podía haberlo evitado, pero no lo he hecho y a día de hoy, así, aunque no me guste, están las cosas. La culpa no va a hacerme aprobar. El arrepentimiento no va a estudiar por mí, y nada de lo que piense sobre lo que debería haber hecho va a devolverme el tiempo y la oportunidad que he perdido. 
Así que sólo me queda confiar en mí como siempre he hecho. De todas formas, debo tomármelo con mi filosofía de vida: todo pasa por alguna razón.
Si hay alguien que no confía en el azar soy yo, y sé que si esto ha pasado ha sido por algo. Pero no puedo ni voy a desesperarme; aún hay una oportunidad para hacer las cosas como siempre debieron ser hechas. Eso y solo eso es lo que puedo pensar. Así que aunque no tenga vida propia durante 17 días, voy a dejarme la piel. Sé que puedo.

martes, 27 de enero de 2015

Llegará el día.

Llegará el día en que no tenga que echarte de menos. Y si lo hago, te tendré a tiro de piedra y así dejar de hacerlo. Llegará, lo sé. Te prometo que llegará el día en que no tenga que pensar qué estarás haciendo porque lo que sea que hagas, lo haré contigo. Por muy absurdo, insensato o estúpido que resulte.
El día en que no tenga que desear con todas mis fuerzas tenerte al otro lado de mi cama, abrazándome, porque lo estarás haciendo.
El día en que deje de contar los días para verte y sólo importe el ferviente deseo de pasar el resto de ellos juntos. El día en que mis ganas de besarte, de acariciarte y de abrazarte puedan ser reales y cumplidas.
Llegará el día en que a los dos dejen de ahogarnos los kilómetros y los anhelos. Llegará el momento en que estar lejos sea mera utopía. El día en que pensar en estar separados sea puro chiste y no nos lo creamos. 
No hay un ápice de mí que no tenga claro que sólo tú alteras todos mis sentidos, todas mis terminaciones nerviosas. Sólo tú podías hacerme feliz. Sólo tú y tu sonrisa infinita. Tus ojos castaños. Tu piel cálida. La ternura y el amor con que me quieres. La forma en que me haces sentir. Quien soy contigo, y sobre todo, la persona que me haces querer ser.

Llegará el día en que pueda dejar de hacer todo esto y poder disfrutarte a todas horas, sin tener que pensar que tendré que volver a irme y despedirme, sin pensar que a cada minuto que pasa más me faltas; sin tener que sentir lo injusto y doloroso que me resulta estar así. No quiero nada sin ti, y estar separados la mayor arte del tiempo es algo que cada vez me cuesta más asimilar. No me acostumbro a irme y dejarte aquí, ni a tener que pensar en todo el tiempo que aún falta para volverte a ver. Es exhaustivo, y sinceramente, empiezo a cansarme de extrañarte, de no tener el control de todo esto en mis manos. Resulta extraño para mí no poder acabar con algo que me consume, que me deshace. 
Pero como te he dicho y prometido, llegará el día en que todo esto se acabe y deje de doler. El día en que querer y poder coincidan. El día en que no corra ni el aire entre tú y yo.