jueves, 27 de marzo de 2014

La vida es algo que hay que morder.

Si lo pensamos detenidamente, no somos nada. Nadie. Ninguna de las personas que viven en este mundo es más que un simple ser superfluo y perecedero del que dentro de unos años nadie recordará nada, a no ser que escribas una novela inmortal o hagas una película para la posteridad. Eso sólo lo consiguen unos pocos. 
Los demás, entre los que me incluyo, sólo seremos alguien mientras sigamos respirando, y eso si llegamos a tanto. 
Yo solía pensar como muchos otros que conseguiría algo definitorio que me hiciera perdurar aún después de mi muerte, conseguir algo grande, lo suficientemente importante como para vivir en la conciencia de los demás durante algo más que un instante. Pero la vida es eso. Un segundo de luz y oscuridad intercaladas que cuando acaba ya no deja rastro. Es mucho más sencilla de lo que nos parece, pero nuestros miedos, inseguridades y supuestas limitaciones la hacen tan sumamente insufrible a veces... no digo que sea sencilla, sólo que todos esos factores magnifican todo lo negativo que trae consigo.
Conceptos como la soledad o el amor suelen predominar en las vidas de todos nosotros. Con frases baratas y baja moralidad nos han convencido finalmente de que solos, sin una persona que nos ame y nos de los buenos días por las mañanas no podremos ser felices; que estar solo o soltero es una aberración que no puede llevarnos a nada más que a desdicha hasta que esa persona aparezca. Y aunque pensemos que no, aunque queramos negarlo, ya está dentro de nuestra cabeza. Y ¿qué pasa, que si no tenemos pareja ya estamos dañados o no merecemos las mismas cosas que la gente que sí la tiene? Paparruchas. 
¿Qué pasa con la familia y los amigos? ¿Ellos no pueden hacernos sumamente felices? Claro que pueden, es más, suelen ser lo que más lo consiguen. La felicidad es demasiado ambigua como para intentar definirla. Cometemos el error de pensar que es un destino cuando en realidad la clave es el trayecto. 
Un beso inesperado, un abrazo en el momento justo, un 'te quiero' de tus padres, un detalle vacío de materialismo y repleto de valor sentimental, un sol radiante por las mañanas...todo ello y muchas más cosas deberían bastarnos para serlo. Pero en vez de eso, preferimos martirizarnos pensando en la vida que nos gustaría tener y que no tenemos. Supongo que es más sencillo imaginar y planificar cosas que están en el aire que asumir que la vida que tenemos es esa que no siempre nos agrada. Pero es la que tenemos, y hay que saber apreciarla y cambiarla hasta que por fin pueda estar a nuestro gusto. Con sacrificio, paciencia y dedicación gran parte de las cosas que vemos imposibles o demasiado remotas se cumplen. 
No soy el mejor ejemplo para predicar sobre esto último, yo, que me he pasado casi cuatro meses lamentándome y llorando por cuán distinta sería mi vida si una persona no hubiera sido tan egoísta. Bueno, pues lo ha sido. ¿Y? ¿Dormir más de la mitad del día o beber hasta perder casi el conocimiento va a hacerme olvidar? Claro que no. Lo único que he hecho es desperdiciar todos esos detalles de los que he hablado antes. Me he perdido innumerables amaneceres, he desperdiciado horas que podían haber sido mucho más fructíferas, puede que haya dejado pasar alguna que otra oportunidad de conocer a una persona nueva, no me he percatado de todo lo bueno que había en mi vida por lamentarme de lo que ya no está en ella. Puede que no sea la más indicada para hablar por una parte, pero por otra, como metepatas nata, sí que estoy en la obligación de avisar a otros de lo mucho que puedes llegar a perder o a dejar escapar por lamentos inútiles y por forzarte a ti mismo a olvidar algo que mientras lo intentas, más lo recuerdas. 
Todo sucede por una razón, y lo único que podemos creer es que lo mejor ha de venir aún. Tener una mínima esperanza de mejora y tener paciencia para saber atraparla cuando llegue es lo único que tenemos. Todo lo demás es tan subjetivo que no se percata ni en el aire. Así que de parte de una persona que se ha cansado de atormentarse y compadecerse, vivid, porque nunca se sabe quién, qué o cómo algo puede sorprenderte.
No quería volver a escribir sobre este tema otra vez. No quiero parecer una triste en público otra vez. No quiero seguir siendo una sombra lejana y difusa de mi yo de hace un tiempo. Me he cansado de no tener ni voz ni voto ni siquiera en mi misma. 
Supongo que ahora sí que puedo presumir de que lo estoy haciendo bien, y realmente espero seguir por el buen camino. Las tentaciones son las mismas, pero mucho menos intensas que hace un par de meses o un par de semanas. Pensar en ti ya no significa torturarme durante un día entero o un par de ellos. Ya no me acuerdo sólo de la peor parte aunque sigue siendo la que predomina. Estar contigo ya no es lo que echo de menos en realidad. Extraño tener un buen motivo por el que volver a casa cada fin de semana, saber que hay alguien totalmente ingenuo o chiflado como para quererme por quien soy, sea de la forma que sea. Echo de menos poder tener siempre a alguien con quien contar para todo sin importar el tiempo, la hora o la estación del año. Sé que si tuviera que elegir me quedaría con esos cinco años de amistad tan increíbles. En ese momento, aunque no supimos verlo, lo teníamos absolutamente todo. Es imposible no pensar en qué sería de nosotros si hubiéramos sido capaces de contener nuestros sentimientos un poco más, y si en si el hecho de haberlo conseguido supondría que todo esto que me oprime el pecho no existiera; si serías tú a quien se lo estaría contando. Claro que sí, serías tú el primero. Siempre lo fuiste aunque yo pensaba que había alguien todavía más importante para mí que tú. Pero ¿sabes? No lo había. A nadie valoraba tanto como a ti. Sabía lo que podía suceder si las cosas salían mal, pero sé que si las circunstancias hubiesen sido otras, tarde o temprano habríamos encontrado la forma de seguir ambos en la vida del otro. Lo malo es que no ha sido una simple circunstancia, y que si sé lo que acabo de decir es porque ha sido la peor de todas.
Quién sabe lo que pasará dentro de unos meses o de unos años. Puede que la vida nos vuelva a unir aunque de una forma totalmente distinta. Puede que después de tanto tiempo sin contacto alguno nos acabemos dando igual, no lo sé. Espero que no, espero que tú encuentres en todo esto lo positivo, un aliciente que te haga cambiar de una vez por todas y madurar...y espero que a mí el tiempo me ayude a lamerme las heridas y a cicatrizarlas; espero que me deje perdonarte por lo menos. Puede que no hacerlo sea lo que más me está machacando pero no voy a luchar contra mi propia naturaleza, ya la he adulterado demasiado por ti. Me da igual cómo o cuándo lo hagamos, pero de verdad espero que encontremos la forma de no perdernos por el camino. Al fin y al cabo somos nosotros, ¿no? Si siempre ha habido una forma de recomponernos, puede que haya otra esperándonos en algún momento, en alguna parte.

lunes, 17 de marzo de 2014

Hace cinco años un capullo como pocos he conocido me partió en pedazos. Creí que nadie podría hacerme tanto daño hasta que llegó el siguiente y he de reconocer que de él me quedé reducida casi a cenizas.
Cualquier chica de catorce años con el corazón roto como yo lo tenía hubiera llorado a mares durante más meses de los que estaría dispuesta a reconocer. Evidentemente, yo no fui la excepción, pero aún así no fueron tantos.
Yo no me quedé como todas ellas esperando a que las cosas se arreglaran y tampoco me quitaba el sueño recuperarle y estar con él de nuevo. En resumidas cuentas invertí todo mi tiempo y mis esfuerzos en ser, con perdón a mí misma por la expresión, una perra sin corazón. ¿Que si lo conseguí? Sí. ¿Que si disfruté humillándole y viendo cómo aún a día de hoy se arrastra esperando que le perdone? También. 

Después de él llegó alguien de quien no tengo nada más que buenos recuerdos y palabras bonitas que decir, así que dejé hace mucho de lado todo lo malo que él y su entrada en mi vida trajeron.
Después llegaste tú y pensando que nadie podía ser peor, me deshiciste del todo y soplaste, haciéndome presa del viento y de sus caprichos.
Me estoy recuperando poco a poco, y cada día veo mejoras y progresos. Espero seguir así, pero sé que tal y como estoy haciendo las cosas ahora eso va a suceder en demasiado tiempo. Conozco la manera adecuada para acelerar ese proceso y dejarte a un lado de una vez por todas, pero ello implicaría volver a ser esa chica que mentía y manipulaba a cualquiera y a cualquier precio por cumplir sus expectativas.
Significaría volver a los días de "gloria", a tener todo y a todos encasillados según mis planes, embaucar y chantajear sin límites y volver a ser cruel y rencorosa en exceso. No estaba orgullosa de cómo era y precisamente por eso dejé de serlo, pero como dice el dicho, en situaciones desesperadas medidas desesperadas.
Prefiero lo que sea, a cualquiera, incluso volver a mis orígenes si así consigo que llegue el día que ni recuerde tu nombre. Diría que no me retaras pero hace mucho que tiraste esa piedra sobre mi tejado, así que tal y como tú te lo has buscado, jugaré mi papel. Lo que me pregunto es si estás realmente preparado para poder con todo lo que te viene encima. Has mordido más de lo que puedes masticar, y sólo espero que sepas dónde y con quién te has metido y que reflexiones si todo esto no te quedaré demasiado grande. Puede que no sea mi jugada más brillante, pero es práctica y me he cansado de hacer lo que se supone que debo o se espera de mí. Siempre suelo sorprender al fin y al cabo, para bien o para mal. No voy a negar que si me lo propongo puedo hacértelo pasar demasiado mal y es más, está entre mis planes devolverte aunque sea parte de todo lo que me has hecho padecer, pero prometo no hacerlo rápido ni tampoco indoloro. Tranquilo, es demasiado difícil que yo pueda hacerte ni la mitad de daño que tú a mí. Por suerte para mí eso nunca vas a saberlo. Bienvenido al infierno que tú mismo has creado y...que resista el mejor, amor.

jueves, 6 de marzo de 2014

Me sigue pareciendo triste cómo has arrasado con todo lo que teníamos; con todos los años, con todos los recuerdos, con todos y cada uno de los propósitos que nos pertenecían sólo a ti y a mi. Pero es así y así es como hay que verlo. Las cosas están volviendo a su sitio e incluso yo me siento más encuadrada en mi vida que hace unas semanas. Si sacara la faceta que me caracterizaba a los dieciséis diría que ya me da igual, que es agua pasada. Lo que pasa es que desde entonces han llovido demasiadas tormentas y han caído demasiados pilares, casi casi como en Roma, y todo ello han dejado esa parte de mí obsoleta. Evidentemente aún no me das igual y si algún día te pasara algo...no quiero ni pensarlo. Pero eso es una cosa y que esté pendiente de tus idas y venidas es otra muy distinta. 
No vas a recuperarme porque no has roto los pedazos, sino que directamente los has dinamitado y no queda nada que recomponer. No está bien, pero vale. Espero que te quedaran más que claras mis intenciones de perderte de vista y no volver a verte más. De que te pierdas o te encuentres, pero que no me lo cuentes porque todo ello ha dejado de ser mi problema. Lo he pillado, de verdad. He entendido por las malas y tras demasiadas recaídas que no puedo involucrarme contigo en nada y lo he asumido. Aún así, eso no quita que te eche de menos más de lo que puedo manejar todavía, ni tampoco que los días brillen con la misma intensidad. Todo ha perdido un poco de magia, de interés, de fuerza. Nada es como antes. Ya nada es la mitad de emocionante como solía serlo contigo. Debo admitir que hasta yo he perdido gran parte de luz y de esperanza. Supongo que el tiempo hará lo que mejor sabe y que yo seré lo suficientemente inteligente como para seguir poniendo por delante de las vísceras a la razón.

lunes, 3 de marzo de 2014

Avanzar a pasos pequeños está bien mientras se avance.

Realmente no sé del todo bien por qué me sentí tan frustrada, si por él o porque ha sido la culminación de todos los idiotas y patanes que he tenido la suerte o desgracia de conocer. Si era sólo el dolor que me ha provocado lo que me hacía hervir la sangre o si en parte también tenían algo que ver todos los demás. Lo único que sé que es nadie se ha portado peor, ni de nadie me había esperado tanto antes. A pesar de todas las jugadas de otros, no ha habido ninguna peor que esta, ni tampoco tan ruin y sucia. Ninguno de ellos era él, y todos sabemos que sólo duelen las traiciones cuando vienen de alguien que nos importa y duele. Si no, no son consideradas como tales. Sigo sin entenderlo pero de verdad que no le estoy dando vueltas ni lo pretendo. No quiero hurgar dentro de ese pozo sin fondo de preguntas y noches en vela porque no lo necesito para que me duela o para recordarle. Me duele a rabiar casi todos los días y le recuerdo más de lo que me gustaría, así que he decidido cambiar esa parte obsesiva y masoquista de mí y aprender a vivir sin ella a la par que sin él. Es más que obvio que seguirá presente en mi vida, pero no es lo mismo tener en cuenta a alguien por antigüedad que por visualizarlo en un futuro, futuro que vuelve a pertenecerme sólo a mí y a mis caprichos e impulsos. Como siempre debió ser. Siempre he superado a todos los demás por la llegada del siguiente, como si necesitara una piel distinta a la anterior para borrar toda huella de mi cuerpo, pero esta vez no quiero que sea así. Ya no me acordaba de cuánto dolía tener que olvidar a alguien a la fuerza a pesar de que todos tus puntos nerviosos vayan en otra dirección, incluso cuando tú misma tienes que refrenarte a diario para hacer lo mejor para ti misma. Lo difícil que es no tener prácticamente nada a lo que agarrarte para tomar el rumbo correcto, o eso es lo que quieres pensar. Me ha dado seguramente el motivo más fuerte y radical para hacerlo, pero saber que me está esperando en ese otro lado de perdición y excesos no me lo pone demasiado fácil. Sin embargo, no ha sido sólo ese hecho lo que me ha ido ayudando a tirar adelante por mí misma. Es mi dignidad, o la poca que queda de ella. Mis ganas de prosperar y saber que con él eso no sería posible. Sí, creo que eso es lo que más me está ayudando a que las cosas vuelvan a su verdadero lugar. Alguien dijo alguna vez que avanzar a pasos pequeños está bien mientras se avance y eso es lo que yo estoy haciendo. La noche anterior ha sido la primera vez desde hacía meses que he podido dormir en mi cama tranquila. Esos billetes que había comprado para ir a verme le he dicho que los devolviera. No me he dejado llevar por mi parte visceral la última vez que le vi, sino por mi sensatez, mi mente fría y mi racionalidad. Puede no parecer mucho, pero os aseguro que para mí todo ello ha sido un gran reto, un gran paso que me ha dado fuerzas para continuar por el buen camino, el único camino que puedo considerar como opción. Y es que en el fondo todos mis sentimientos dan igual aquí y ahora porque la causa principal es atenuarlos y dejar que poco a poco se vayan haciendo a menos. No puedo permitir que se intensifiquen o que vuelvan a encontrarse con la razón de su existencia. No puedo, ni debo y por primera vez no quiero y lo digo de veras. Que llore día sí día no no es porque sea una blanda, o sí, pero me da igual. Creo que son demasiadas las emociones y los sentimientos que tengo que reconvertir y no es tarea fácil. Todo ello implica que cuando me sobrepasan, que suele ser a menudo, necesitan salir de otro modo y no ven otro remedio mejor que hacerlo en forma de lágrimas. No me importa pasarme los próximos meses llorando o gimoteando si eso va a devolverme a mi vida de siempre sin todo lo que suponía que él estuviera en ella. Sólo quiero seguir adelante y he aprendido la lección de que él no puede estar en ella nunca más. Y por una vez, no me está costando tanto.