jueves, 23 de abril de 2015

GGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGG

He hecho todo y más para captar un mínimo de tu atención desde que veo que esquivas todas mis señales. Lo único que me falta es llamar a golpes a tu puerta, pero creo que no llegue a tal punto.
De verdad que he intentado que me de igual, e incluso el día propio no me importó. Pero lo peor han sido los días siguientes.
Ya sé que la excusa más patética y común de volver a alguien de quien no sabes nada ni quiere saber de ti es felicitándole por su cumpleaños. Todos recurrimos a ello, y en alguna ocasión nos han reclamado con lo mismo. 
Y aunque he dicho que es patético...ojalá lo hubieras hecho. Felicidades. No pediría nada más. No sé por qué, pero aún me duele y no consigo acostumbrarme. Debería haber sacado tiempo suficiente en estos cuatro años para hacerlo, pero todavía no encuentro la forma.
No me entristece ni me lastima, pero de vez en cuando, escuece, aunque ya sabéis eso de que sarna con gusto no pica. Ese refrán empleado para mí sería morir de sarna hasta con gusto. Si aún no conocéis a la reina del masoquismo, me presento. Soy yo.
Pues eso, que me dueles a veces. Que eres la peor herida sin cicatrizar de la historia. Que una de dos, padezco de hemofilia severa en cuanto a ti se refiere o simplemente te extraño todavía.
Ojalá te hubieras acordado...ojalá te hubiera importado siquiera.

viernes, 17 de abril de 2015

15/04/2015

Hacía mucho tiempo que no necesitaba escribir nada. Mucho tiempo sin la necesidad de sacar nada del pecho entre líneas. Pero realmente hoy me desbordan los sentimientos, hago aguas por todas partes.
No hay nadie que me quite las ganas ni las fuerzas mejor que tú. De verdad que hay veces que me abates tanto que me siento derrotada, como si ya no pudiera hacer más, como si ya no pudiese depender de mí. Y eso para alguien como yo se puede traducir en pánico.

No soy nada sin tener todo entre mis manos, si no sé que puedo cambiarlo, solucionarlo o simplemente dejarlo ir. Necesito que dependa de mí, no asimilo que las situaciones me dominen. Pero precisamente para eso, para no dejarme controlar la situación, estás tú.
 Llegas y me lo descolocas todo. Todo se vuelve confuso, imprevisible, y esa necesidad de mover a mi antojo las fichas se desvanece. 
Pero, ¿sabes lo peor? Que si eres tú quien lo hace, me da igual. Haces que todo sea fluido, que no necesite tener nada controlado, o al menos, casi nada. No me importa que me desquicies, ni que me desconciertes, ni que me saques de mis casillas, ni que incluso a veces, me hagas daño. Después de todo lo que sé y que puedo recordar, no son pocas las personas que me lo han hecho. Y cuando eso te pasa, como nos ha pasado a todos, comienzas a distinguir el dolor, y es que no todos son iguales. Todas las personas que nos cruzamos en la vida, por el simple hecho de pertenecer en ella aunque sea breve, nos harán daño. Es así, es la forma que tienen las cosas de cobrar sentido y magnitud. Eso es lo que nos hace tener claro que es real, que podemos tocarlo y sentirlo. Que estará ahí si alguna vez lo hemos dudado.  Duele porque las cosas a veces tienen que doler. 

Y por eso, por tener el cuerpo y el corazón lleno de cicatrices, sé que este es del que recompone y purifica. Ya me han dolido casi todas las partes del cuerpo, ya tengo magulladuras en casi todos los rincones de mi alma, y lo cierto es que eso puede hacerlo cualquiera. Cualquiera puede llegar a nuestras vidas y partirnos en dos, siempre y cuando le dejemos entrar, y siempre que sea lo suficientemente cabrón/a para lograrlo. 

Y el punto de todo esto es que cualquier persona puede hacernos daño, pero prácticamente nadie puede compensarlo y hacerlo invisible con amor.

Nadie tiene más de mí de lo que tú tienes. Física, intelectual, pasional y emocionalmente. Mueves y estimulas lo mejor y peor de mí, me haces títere en tus manos, pero en el buen sentido. Y es en veces como esta, veces en las que me siento realmente exhausta y agotada, cuando simplemente por esto no puedo no tentar una vez más y volver a intentarlo.

Te quiero más de lo que nunca pensé que podría quererse a alguien, No puedo negar que a veces siento que no es suficiente con eso, y en parte es así, no llega. Pero después me agolpa todo lo demás. Vuelven recuerdos, caricias y amaneceres, y me atraviesan. Mi corazón palpita más fuerte y decide por mí porque le dejo. Porque por encima de todo lo demás, te elijo. Siempre vas a ser tú, Tú y tu sonrisa infinita. Tú y tus ojos oscuros. Tú y tu forma de tocarme y atravesarme la piel. No hay nada que no hayamos superado juntos, nada lo suficientemente fuerte como para hacer que esto se termine, ni creo que lo haya. Y es que no quiero una vida, ni una semana, ni un día sin ti. Le das sentido a todo lo que no lo tiene, haces de todo lo confuso poesía, y siempre puedo encontrarme en tus pupilas cuando me siento perdida. No es algo que suceda a todo el mundo ni demasiadas veces en la vida, y tras muchas dudas y conflictos internos, he comprendido la paciencia y dedicación que el amor exige. Que habrá cosas que me hagan sentirme así, seguramente, infinidad de veces, pero que nunca habrá nada que pueda derrumbar lo que juntos hemos construido. Nada que no merezca la pena pelear y luchar.




sábado, 11 de abril de 2015

"Sólo hay un infierno, y estamos viviendo en él".

"Sólo hay un infierno, y estamos viviendo en él". Puede que eso del cielo y el infierno sea sólo para controlar nuestra conducta a lo largo de nuestras vidas, para darnos las consecuencias a todas las malas acciones, advirtiendo un buen o mal final según les guste nuestro comportamiento. Pero lo cierto es que creo cada vez más que no hay ni una ni otra, sólo es nuestra forma de ver la vida quien determina su existencia. Está en nuestro subconsciente, en nuestra mano elegir creer en ello o no. Me inclino por el infierno aquí y ahora, como si eso fuese lo realmente verdadero, como si a cada uno nos quemase de una forma distinta. 
Puede que a mí me queme más la piel, que me acerque más al magma de lo que debería y que esté más enferma de lo normal en un mundo desconcertante, pero sinceramente si todo lo que tengo supone locura o demencia, bienvenidas sean.
Si esto es el infierno, para mí a tu lado se ha convertido en el culmen, en el punto álgido que a mí me gusta denominar felicidad. En mi zona neutral, en el lugar donde puedo ser yo misma y hacer cualquier cosa que me proponga. El lugar donde tú y yo podemos llegar a brillar y arder incluso más que el sol. El sitio donde nadie excepto nosotros puede decidir el cuándo, el dónde, y sobre todo el cómo. 
Te has convertido en el centro y fin de todo. Y puede que nos guste demasiado el exceso, el riesgo innecesario y dejarnos llevar hasta el extremo, pero no lo querría de otra forma. No nos querría de otro modo. Así que gracias, infierno, por hacer de ti y de su presencia mi pequeño paraíso terrenal.