miércoles, 17 de diciembre de 2014

Don't forget the start.

Me han pasado demasiadas cosas últimamente, no todo lo buenas que me gustaría, y sin embargo no sabría qué escribir ni por dónde empezar. Cuando tengo tantos frentes abiertos me colapso, me bloqueo, y no hay forma de plasmar una línea. Sabía de sobra cuando he empezado a escribir esto que no podría expresarme y que no podría decir nada coherente. Pero necesitaba quejarme, supongo; confesarme ante este blog que me ha servido tantas veces de consuelo. 
Puede que escriba por eso, en realidad. Muchas veces me he planteado el por qué de este pequeño vicio personal.
Escribo porque me relaja, porque me permite sacar fuera de mí a todos mis demonios. Porque sólo así es como consigo acallar las voces de mi cabeza.
Porque me permite expresar todo lo que a veces decir en voz alta puede ser demasiado doloroso. Porque dejar fluir estas líneas de vez en cuando me hacen sentirme renovada, dispuesta y preparada para el día siguiente, a pesar de todo.
Escribo cuando mis sentimientos me desbordan y se apoderan de mí, y sólo de esta forma soy capaz de ordenarlos dentro de mí. 
Escribo porque me he dado cuenta de que las cosas que sé de mí y desconocía las he aprendido mientras reflexionaba qué escribir aquí. Porque ha sido la mejor manera que he encontrado de canalizar todas mis frustraciones y dudas y a veces, incluso me ha dado la fuerza para asumir las respuestas.
Escribo por vicio, por puro e inconfesable vicio. Porque me gusta, aunque pueda hacerlo mejor o peor, me es indiferente.
Escribo porque me he conocido mejor a mí misma escribiendo y releyendo después que equivocándome, no siempre, pero muchas veces.
Porque cuando me apretaba el pecho o me presionaba la melancolía sólo esto me sirvió como válvula de escape.
Escribo porque después de tantos años haciéndolo, se ha convertido en una parte de mí, en una parte de lo que soy y de lo que represento.
Porque si me quitaran hacer mis pensamientos líneas, me estarían, literalmente, cortando las alas.

viernes, 12 de diciembre de 2014

Everything's gonna be better, I promise.

Insomnio y cigarro en mano, la mejor combinación a las dos de la madrugada si lo que buscas es escribir, o más bien, lo que necesitas. No creo en las casualidades, y acordarme de ti por estas fechas no va a ser una de ellas. Aunque, realmente, cualquier época es buena para pasearte por mí y torturarme aunque sea un poquito. Y aunque me revienta, te echo tantísimo de menos, joder. Sigo esperando que me sorprendas, que te arrepientas, que me hables, que me añores, o un poco de todo a la vez, no lo sé; pero te espero, de todas formas, a pesar de todo, aún ahora. 
Aún espero que me cojas y me sueltes todas esas cosas que no sé por qué, pero creo que te gustaría decirme. Que aparezcas sin esperármelo, que te encuentre por cualquiera de las calles de esta ciudad que ambos adoramos...me he imaginado tantas veces el volver a verte...que he perdido la cuenta.

Sé bien que he malgastado demasiado tiempo esperando a que hagas todo eso, pero sobre todo, a que seas quien yo pensaba y no quien eres. Esperaba que esa fuera tu verdadera fachada, pero la real no tiene nada que ver con aquella que yo quise pintar y decorar a mi gusto. Y después de todo ese tiempo esperando lo imposible, me rendí, y empecé a esperar que volvieras, simplemente eso.
Con tu verdadera cara, con tu verdadero carisma, y con la fachada que mis colores claros ocultaron. Donde, como y cuando tú quisieras. Pero que aparecieras. Que cruzaras tu mirada con la mía, que me extrañaras en ese momento, que te doliera no haberlo hecho tras tantos años de abandono. Que, aunque por un momento, sintieras la ínfima parte del dolor que a mí me ha provocado tu marcha de mi vida, de mí. Aunque fuese sin querer, aunque no quisieras ni verme o aunque te diese igual. Aunque fuese un encuentro fortuito, aunque no fuese todo lo guapa que me gustaría en el momento, aunque no pudiera fingir que esa sonrisa sigue teniéndome calada. Me da igual. Pero me encantaría verte, aunque fuese sólo otra vez, y así poder dejar de sentir que me quedas pendiente.

Es bonito imaginar cosas así, sobretodo cuando sabes que sólo son así cuando tú las piensas. Realmente no me espero tal utopía. Y me daría igual encontrarme en medio del fuego cruzado, pero de verdad que daría cualquier cosa por pasar una tarde contigo, contándonos todo eso que nos hemos perdido el uno del otro, y fingir por un momento que no ha pasado ni el tiempo ni el dolor por ninguno de los dos, ni entre nosotros; rememorar todo aquello que nos unió hace demasiados años y pretender que eso sea suficiente para seguir conociéndonos; aunque no te interese mi vida, aunque no te preocupe lo que pueda pasarme mañana...sería realmente feliz si pudiera volver a verte, a sentirte cerca aunque estés a millones de años luz de mí estando a mi lado. Ojalá, amigo mío, ojalá.

martes, 25 de noviembre de 2014

29 de diciembre is coming.

Con casi veinte años, una ya se va conociendo bien. Y por eso sé que hay algo que no va bien, aunque no sepa qué es. Leer todas y cada una de mis penurias, no tan lejanas, todas las veces que necesité escribir para quitarme esa soga del cuello por quince minutos al día...en fin, puede que no haya sido buena idea. ¿Lo que me pasa es eso? ¿Por eso siento que aunque lo he superado aún queda algún cable suelto? No lo sé. Quién sabe. Lo que no puedo negarme a mí misma es que a medida que se acerca ese día, esos meses, no puedo evitar recordar de forma más y más fuerte a aquella persona muerta en vida que por desgracia fui.

domingo, 23 de noviembre de 2014

Al pasado le encanta jugarnos malas pasadas. Recordarnos que aunque ahora estamos cuerdos, no hace tanto que estuvimos locos y perdidos. Sumisos, grises, taciturnos. Supongo que esos meses, que esas lágrimas, que todas esas parejas a las que hubiera degollado, que todas esas noches, que todos esos días yéndome para llorar a solas se me calaron demasiado hondo. Y lo recuerdo, y más ahora, cuando no queda tanto para que haga un año de lo que seguramente ha sido el peor calvario que de momento he tenido que vivir. Para nada guardo rencor, pero no puedo olvidarme de aquella alma en pena que por unos meses fui. No puedo reprochar nada porque realmente lo he perdonado, hace mucho tiempo, y sé que solo él podría haberme sacado de aquel pozo sin fondo. 
Pero fue triste y doloroso, y para un alma masoquista como la mía, es inevitable no rememorarlo.

sábado, 22 de noviembre de 2014

I wouldn't change a thing.

Qué fácil era cuando me mirabas con ternura y yo hacía como que no me daba cuenta. Qué sencillo era irme de clase sabiendo que irías detrás de mí, y por un segundo, al mirarnos, en el fondo sentir que un nosotros era inevitable. Qué vibrante era no saber cuándo caería un beso, una caricia o un abrazo. Cuando las cosas no se daban por hechas. Y es que lo admita o no, y aunque estar contigo sea una de las mejores cosas que me han pasado nunca, echo de menos la incertidumbre de entonces. Buscábamos magia pero parte de ella se quedó en eso; en esos dos adolescentes a los que les ardían las ganas entre las manos y que sólo necesitaban una discusión como detonante para dejar a la luz todo lo demás. Y ojalá los recuperáramos, aunque sólo fuese una vez más. Ojalá no supiera cuando vas a besarme, ojalá no supiera qué tengo que decir y en qué tono para que hagas cualquier cosa que yo quiera. Ojalá no me conocieras como un libro abierto. Ojalá volviéramos a cuando todo era fácil y fluido, y no tan difícil y confuso. 
Ojalá no volviera a necesitar escribir para deshacer este nudo en la garganta. Ojalá no sintiera que te has acomodado y pensado que estar juntos era la meta. Ojalá te dieras cuenta de que ese sólo es el medio para conseguir el verdadero fin. Ojalá no te sintiera tan sumamente lejos aun teniéndote a escasos milímetros. Ojalá pudiera recordar un momento feliz en estos dos últimos meses. Ojalá lo hubiera. 
Sólo estamos rodeados por desilusión, cabezas bajas, desesperación y sobre todo, miedo. Porque aunque seas sumamente imbécil, aunque hagas cosas que no creo que nadie más te soportara y viceversa y a pesar del hecho de que eres incorregible y de que seguirás haciendo mal siempre las mismas cosas, pensar en que no estarás a mi lado me aterra. Porque yo he elegido esto. Cada día, cada mañana que me despierto contigo, cada tarde que me sacas de quicio y cada noche que me comes a besos, lo elijo. Te elijo a ti por encima de todo eso, y de mucho más. Y sé que a pesar de mi mal humor, mis constantes paranoias y mi temperamento, tú también me elijes a mí. Y eso es lo único que necesito para no desistir, para nunca jamás tirar la toalla contigo. Puede que sea por eso, o porque tú nunca lo hiciste conmigo...y puede que hayas sido el único que aun conociéndome como nadie, no lo ha hecho todavía.

sábado, 27 de septiembre de 2014

El sitio al que más miedo te daba volver puede convertirse en un hogar al cabo de un tiempo. Las personas que no creías que soportarías ver acaban siendo una cara más entre un mar de gente. En cambio, aquella que pertenece allí, que está en todas partes, que ha paseado por las calles que tú paseas, esas por las que mucho tiempo la buscaste, es lo único que aún anhelas encontrarte.
Esa persona que sigues sintiendo que te los arrebató, aunque una vez o dos al año, se pasea por allí como si se hubiera ganado el cielo; como si te hubiera ganado a ti. Y puede que sí, que lo haya hecho hace demasiados años, pero si lo pienso en frío no creo que me haya quitado nada, o por lo menos, nada que no se hubiese acabado de todos modos.
Ya no siento que me duelen, ya no siento que me dejaron sola. Y si no lo siento es porque ya no me interesan, ni me preocupan, ni me quitan el sueño. No voy a negar que en ocasiones, cuando me los encuentro y les miro pienso '¿Cómo hemos llegado hasta aquí con todo lo que compartimos?' Pero si hay algo que sé es que el arrepentimiento te come por dentro, y llega un punto en el cual no puedes culparte de todo, y mucho menos de lo que tú no hiciste mal, no solo tú al menos. 
Por suerte ya no soy esa persona, ya no me siento así y lo único que me producen es indiferencia, puede que algo de rechazo, pero ni el más mínimo remordimiento ni apego. 
No sé si fue suerte o todo lo contrario, pero las cosas están así. La cabeza no me da vueltas, el corazón no me da pinchazos...buena señal.

viernes, 5 de septiembre de 2014

Hold on and stay strong, eso me enseñaste.

 Hacía tiempo que no escribía, o no para desahogarme al menos, y tenías que volver a ser tú. Tienes prácticamente el monopolio de este sitio, de los que lo precedieron y seguramente de los que lo sucederán. 
Seis letras. Son seis letras acompañadas de interrogantes las que a veces, en noches como esta, me siguen quitando el sueño. ¿Por qué? En qué punto pasé de ser esencial a prescindible. Qué hice mal, qué no vi, qué dije fuera de tono, qué me callé que debería haber dicho. No intento comprenderlo porque de ello he renegado hace tiempo ya. Es simplemente que algunas veces es inevitable pensarlo o intentar atar cabos, los cuales sé que no tienen conexión posible.
A lo mejor la respuesta es lo más obvio, pero también sería lo más doloroso para mí. Que había un abismo entre lo que yo sentía por ti y lo que sentías tú. Que echaste raíces en mí, y que aunque quise y lo intenté nunca conseguí lo mismo. Que la única que se acuerda de ti con frecuencia soy yo, y que no es que sea un segundo plano, es que no tengo ni escena. Y duele. Porque hice todo por ti, y habría hecho todo lo que me pidieras...puede que aún lo hiciera. Porque te quise como a un hermano y aunque de otra forma, aún lo hago. Porque me hiciste creer en mí misma y desde entonces nunca lo he perdido. Me enseñaste a ser ambiciosa y a ponerme el listón siempre un palmo más alto de lo que yo creía capaz. Porque me ayudaste a crear una base sólida, a construir unos principios, unas ideas propias, y me enseñaste cómo defenderlas y respetarlas; a cómo respetarme. Porque crecí, aprendí, amé y maduré contigo. Porque ser como soy implica tener partes de ti conmigo, huellas de tus pies por todo mi ser. Y eso no me deja aparcarte...y ojalá pudiera. 
Fuiste clave, esencial y oportuno. Y por eso aún estoy aquí, con los ojos húmedos, los labios mordidos e intentando aguantar lo inevitable a estas horas. Porque me dueles, porque me pesas, pero también porque me diste algunos de los mejores momentos de mi vida, y a pesar de todo lo malo, no te cambiaría por nadie.


No sé si estaría preparada para saber esa respuesta. Mitad porque puede ser peor de lo que imagino, mitad porque eres tajante e implacable. Y detrás de eso, se esconde la posibilidad de que no quiero saberlo porque ese es el último colgajo que aun pendiendo de un hilo, me une a ti todavía...o eso he querido creer. Puede que a pesar de tu forma de ser, de nuestras grandes diferencias y algunas palabras que no se ha podido llevar el viento, no quiera que se acabe. O puede que se haya acabado hace demasiado y no lo asuma... puede que desde tiempo atrás lo haya sabido y no he estado dispuesta a reconocerlo hasta ahora. Pero sí, SE ACABÓ. Lo único que me queda es hacer honor a una de las cosas que aprendí de ti: respirar profundo, llenar los pulmones, exhalar despacio y seguir. Cueste lo que me cueste, pese lo que me pese.

viernes, 29 de agosto de 2014

Casi no recordaba lo fácil que me lo haces todo. La cantidad de peso que le quitas a cada carga, lo mucho que me reconforta tenerte a mi lado. No podría ser nadie más, de eso estoy segura.

miércoles, 27 de agosto de 2014



Una persona tiene el poder sobre ti que tú le permites tener. Cuando la impotencia y la rabia desaparecen, aflora la indiferencia. Justo en ese momento, ganas.

miércoles, 20 de agosto de 2014

Un orgullo herido se cura hiriendo otro.

Hará cosa de cuatro meses que no me hablaba, pero tampoco es que eso me haya quitado el sueño, sino al revés. Pero no puedo negar que esperaba este momento. El momento en el que tú, a quien nadie puede ignorar ni decir que no, seas ignorado. No es por rencor ni tampoco por despecho, porque para eso tendrías que haber significado algo más para mí, y gracias a lo que sea que está ahí arriba eso nunca sucedió. 
Ahora el poder está en mis manos, la pelota está en mi tejado, y puedo asegurar que va a quedarse ahí por mucho tiempo. La indiferencia es lo que más nos duele a todos realmente; ni las malas palabras, ni las malas caras, ni tampoco las peleas. Lo que duele es cuando no hay interés ni siquiera para discutir o para echarse mierda a la cara; cuando alguien decide que no es lo suficientemente relevante como para dedicarle tiempo...eso sí duele. A una persona normal le dolería por dolor, pero en tu caso lo único que te araña es el orgullo. Pero está bien. Un orgullo herido se cura hiriendo otro y no vas a ser la excepción. Repito que no es rencor, ni resquemor, ni orgullo, ni nada similar, simplemente estoy manteniendo una promesa que me hice a mí misma hace mucho tiempo, cuando todo esto sí que podría haber sido rencor o incluso dolor, pero ya no. Me lo debo, y sobre todo, te lo debo a ti.

jueves, 31 de julio de 2014

El eje es el respeto.

Hace algo más de un mes que no escribía, que no me dejaba los ojos y el alma en ello. Supongo que no me ha pasado nada tan doloroso como para plasmarlo aquí; supongo que he encontrado un sustitutivo para la que antes era mi verdadera criptonita. Pero mentiría. Nada anestesia mejor mi dolor y mis sentimientos que escribirlos, soltarlos, hacerlos líneas. Puede que lo que me ha pasado ha sido que he vuelto a ilusionarme de veras, a tener fe, aquella que creí perdida. Es sorprendente cómo la persona adecuada sabe tocar, aunque a tientas, los botones correctos. Sin embargo, no todo ha sido de color de rosa. Este último mes ha sido el mejor ejemplo de cómo cambian las cosas a como las imaginas, de lo distinto que acaba siendo lo que era evidente, lo poco fiable que es planificar a largo plazo, lo fácil que es hundirse y la grata sensación de volver a flote. Verdaderamente han sido tiempos difíciles, y más si es para soñadores como yo. Pero algo ha hecho clic dentro de mí, alguna de las cosas que últimamente me han pasado han hecho demasiada mella en mí, o más bien, la que me hacía falta. He despertado del trance de la ingenuidad, y he perdido el resquicio que de ella me quedaba. Me he dado cuenta de qué importante es respetarse a uno mismo cuando eres consciente de que solo te tienes a ti mismo, y que si no te respetas nadie verá necesario hacerlo. Que todo, absolutamente todo en esta vida nos pone a prueba. Tomar decisiones hace tiempo que ha dejado de ser simple. Decidirse conlleva ser consecuente con lo que se elige y por tanto, hacer desde ese momento caso omiso a aquello que se rechaza. Lo que dejamos atrás nos obliga acambiar. Destroza el molde, nos hace crear, romper barreras, palpar de nuevo nuestros barrotes. Un cambio supone hacer balance para reconstruir todo aquello que se ve sombrío, marchito o muerto en uno mismo. Y aun siendo impropio de mí pensar lo que voy a decir, lo hago: nadie es irreemplazable. Lo que en apariencia parecía firme, ahora se mueve en arenas movedizas. Lo inquebrantable también se corrompe.

Para bien o para mal, las cosas han cambiado. Pero en verdad, yo también he cambiado. No soy la misma persona que hace unos meses; no me adolecen las mismas cosas; no me atormentan los mismos recuerdos. No sé cómo ni cuándo, pero siento cómo me elevo y miro por encima a mi yo de antes, no tan lejana, pero totalmente distinta. Por activa o por pasiva he acabado entendiendo lo que significa hacerse respetar, llevar por encima de opiniones y reacciones tus principios y valores, y hacer que sean algo más que papel mojado. Hacerlos palpables tras tanto tiempo siendo inteligibles. Es una sensación nueva para mí eso de ponerme por delante, negarme a ceder por comodidad como solía hacer antes, y esperar a ver cómo las cosas simplemente pasan como tienen que pasar cuando yo dejo de inmiscuirme en su curso natural. Ver qué sucede cuando yo bajo los brazos y espero de otros lo que siempre saben (o sabían) que podían esperar de mi. Tirar la toalla simplemente para ver qué pasa cuando dejo de tirar sola en un carro de dos. Y como suponía, las cosas cambian de forma abismal. Sin embargo, por primera vez en mucho tiempo, siento que me estoy respetando y haciéndome respetar; que esto es lo que tendría que haber empezado a hacer hace mucho tiempo. Pero sobre todo, he comprendido que todo lo que me parecía inamovible ahora pende de un hilo demasiado fino; que no depende de mí que se rompa, pero sí que no vuelva a ser firme.

sábado, 28 de junio de 2014

Lo que da miedo es cuando vuelve la esperanza, la fe. Cuando vuelves a recuperar parte de aquella inocencia y confianza perdida. Cuando todo vuelve a parecer posible, o por lo menos más probable. Cuando vuelve a resultarte casi imposible que vuelva a partirte en dos.

jueves, 26 de junio de 2014

Faith.

Puede que sea una persona totalmente desilusionada. Con las personas, con la vida, con los caprichos de destino y también con la forma en la que las cosas cambian a peor. Pero no conmigo. Tengo fe en mí. Porque si yo no creo en que seré capaz, entonces ¿por qué los demás deberían creerlo? No necesito que me crean, no necesito que confíen en mí ni tampoco que piense que podré superarlo. Yo y mi opinión somos lo que importa. Yo y mi fe en mí misma somos lo que cuenta. Es en las situaciones complicadas, en las épocas de duelo y bajo presión donde lo mejor y lo peor de nosotros mismos sale a la luz, y supongo que en mi caso, está saliendo mi mejor versión. Puede que guste o que no, pero a mí me parece bien. Quien no quiera verlo o quienes se hayan ido por tener una idea equivocada de mí, están muy bien donde están: lejos de mí y fuera de mi vida.

jueves, 19 de junio de 2014

Summer, i've missed you.

Huele a verano. Huele a terraza por las noches, a piscina por las tardes y a dormir hasta la hora que te plazca. Huele a noches de cigarro y cerveza en mano, de sábados de desenfreno y a domingos de resaca compartida con tus amigas. Huele a playa, a arena entre los dedos, a desvelos, a tristezas contadas entre peta y peta y carcajadas de fondo. 
Pero para mí, a lo que más huele es a esto. A escribir a las tantas de la madrugada. A plasmar mis mayores temores y secretos en un blog que apenas nadie lee, pero que al soltarlos aquí me reconforta. Porque no he descubierto mayor pasión ni mejor forma de expresarme que mediante unas turbias y confusas líneas. Porque tengo más que claro que mi época hubiera sido el el siglo XIX y mi estilo de vida el de un bohemio francés. Porque para mí escribir nunca ha sido una finalidad, sino un medio. De expresión, de libertad, de privacidad, y sobre todo para conocerme mejor,para recorrerme por dentro y para poder leer lo que no me atrevo a veces a decir en voz alta, por si acaso. 
Haciéndolo he crecido como persona, me he endurecido e incluso a veces, naufragado entre estas letras. 
Para mí no el verano no sería ni la mitad de estimulante o especial si además de compartir con los míos mis vivencias, no pudiera dejarlas sueltas y revueltas aquí. Porque las cosas escritas se entienden mejor y se sienten más hondo. Porque para una sentimental de pura cepa no hay nada más reconfortante que revivir una y otra vez tanto lo bueno como lo malo. Bueno, sentimental y masoquista, todo hay que decirlo. 
Pocas cosas he encontrado más placenteras que esta, aparte de bañarme en tequila cada vez que salgo y perderme entre mis excesos. Si no fuera extrema y excéntrica, no me gustaría escribir. Porque para eso hay que ser la excepción de los estereotipos. Hay que sentir profundo, querer intenso y beber sin término medio. Hay que saber dejar hablar al corazón, darle voz entre las palabras, ser racional solo cuando sea imprescindible, y sobre todo, sentir y creer en cada una de las historias que plasmas. Tiene que transmitir lo que sientes, lo que eres, o no valdrá nada. O no valdrás nada.

Excesos y tequila, que no falten.

Que no siempre sintiera para fuera no significa que no sintiera nada en absoluto. Pero nadie debía verlo y tú menos que nadie. Si siempre me hubiese dejado en tus manos, qué hubiera sido de mí.  Eso no es culpa tuya. En realidad, creo que no me pondría en las manos de nadie. Soy demasiado propia y desconfiada como para hacerlo. A la hora de la verdad, para que las cosas estén bien (para mi gusto) tienen que pasar por mí, y sólo por mí, justo antes de sacarlas a la luz. 
Eso sí que puede que sea culpa tuya. Mi desconfianza y el pavor de que alguien intente compartir conmigo los domingos por la tarde. Mi falta de valor a la hora de enfrentarme a uno de los mayores miedos para un corazón despedazado; conocer a alguien nuevo.
Planificarlo todo para mí está muerto. Llevo demasiados años y demasiadas botellas de tequila haciéndolo, y estoy cansada. También tenía muchos planes contigo. Y ¿de qué me sirvió todo ese tiempo planeando e imaginando cómo serían nuestras vacaciones y nuestros aniversarios? ¿Quién va a devolverme todo el tiempo que desperdicié creyendo en ti? ¿Quién va a recomponerme de todo esto? ¿Quién va a querer a este manojo de ruinas y trozos rotos ahora?
Me he cansado de tenerlo todo milimetrado y calculado. Lo que me has enseñado bien es que da igual cuánto pongamos en el intento y cuánto deseemos que ocurra, pues si no están todas las partes igual de metidas hasta el cuello que tú, es inútil. Es inútil porque el más inesperado capricho del destino puede echarlo todo abajo incluso antes de que puedas verlo. 
Me has enseñado a valorar el tiempo, y sobre todo a cómo no permitir que vuelva a arrepentirme de malgastarlo otra vez.

viernes, 13 de junio de 2014

Querer no es suficiente.

Los sentimientos son confusos. Por un momento llegamos a creer que son suficientes, pero para nada es así o por lo menos no para mí. 
No quiero ni puedo negar lo que siento, pero tampoco fingir que eso me parece suficiente, como si eso fuera a todo a lo que aspiro en la vida. Claro que le quiero, y sé que él a mí, pero cada vez más a menudo me pregunto si alguien como yo podría conformarse con eso.
Suena algo egoísta quejarse de que querer y ser correspondido es poco, pero realmente lo es. ¿Qué pasa con todo lo demás? ¿Qué es de todas las metas y todo lo que te gustaría tener y no tienes? Me refiero a cosas pequeñas pero esenciales, o al menos para mí lo son. 
Alguien que entienda lo que supone el esfuerzo y la satisfacción que trae consigo el mismo. Alguien que haya pasado por esos años de universidad, de estudio, de esfuerzo. Alguien con quien hablar de todo un poco y que esa conversación te parezca lo suficientemente estimulante como para que eso te parezca mejor plan que arrancaros la ropa uno al otro. Alguien con un nivel intelectual similar. Alguien atento y con quien poder comentar cualquier cosa dando por hecho que sabrá de lo que hablas. Que te conozca y te comprenda bien. Que los detalles le parezcan importantes para conocerte y para que tú le conozcas a él. Alguien que quiera conocer mundo, viajar y recorrer cualquier rincón conmigo. Con ambición y convicción en sí mismo. Confianza. Seguridad. Fuerza y valor a la hora de tomar decisiones. Alguien que no se venga abajo a la primera de cambio. Alguien que sepa luchar y hacer lo imposible por lo que aspira y por quien quiere. 
No creo que nadie se conforme sólo con que le quieran. Puede que sí al principio, sí por un tiempo, pero a la hora de replantearse la vida junto a una persona...lo dudo mucho.
Para mí no lo es, aunque quiera alargar lo inevitable. Aunque quiera mirar sólo el presente y por ahora con esos sentimientos mutuos me baste. Sé que si pienso en lo que seré dentro de 20 años no tengo del todo claro que vaya a ser él con quien los pase. No es culpa mía ser ambiciosa y querer ciertas cosas, ni tampoco es suya por ser alguien que se conforma con poco y que no ve más allá de una vida humilde.
Pero yo no quiero eso. No quiero una vida así. Quiero una casa enorme, quiero tener un buen trabajo y un buen puesto. Quiero trabajar en lo que me guste, quiero viajar, conocer gente nueva y mundo, compartir cosas en común con alguien que sí sepa demostrarme que no sólo está conmigo por costumbre, sino porque me quiere,  y porque aparte de eso, necesite que yo le aporte esas cosas que he mencionado antes igual que yo las necesito. Alguien que no se conforme con que le quiera, sino que también espere cosas de mí como las que yo espero. Que busque esas aficiones, esos deseos ocultos y esas aspiraciones en mí como yo las busco en él. Que me rete, que me desafíe, que lo haga todo susceptible al cambio, que rompa con la monotonía y que no permita que aparezca. Y si pienso en todo esto, si leo estas líneas que acabo de escribir, por mucho que me duela y que me pueda pesar, sé que él no va a ser esa persona. 
Sin embargo no quiero que cambie ni nunca se lo pediría. Es como es y yo le quiero por eso, y aunque todo esto sea precipitarme, sé lo que quiero en la vida, y sé que él no podría ofrecérmelo por mucho que quisiera.

La pregunta es...¿hasta cuándo será suficiente esto que tenemos? ¿Cuándo tendré el valor y el coraje para admitir y comprender que él no va a aportarme todo eso que yo necesito? Por el momento no concibo nada de esto, pero tarde o temprano, las cosas que tienen que pasar, pasan.

jueves, 5 de junio de 2014

Siempre me consideraste una blanda, incapaz de decidir de forma racional. Incapaz de sacar algo a la primera, incapaz de esforzarme lo suficiente, incapaz de dejarme los codos, el alma o las ganas en el intento. Daba igual en qué sentido, nunca me consideraste una persona fuerte ni tampoco sacrificada.
Y aunque ya no suele ser así, en momentos como los de ahora, esas palabras que me repetías tanto, esas risas ante mis aspiraciones o mis deseos, esos silencios que gritaban lo sumamente floja que me considerabas, resuenan. 
Reconozco que si hay días en los que me levanto pronto, me dejo los codos estudiando y me acuesto a las cinco de la madrugada sin haber dormido apenas es simplemente para poder darte en las narices. Para demostrarte que ni soy ni fui una floja, una vaga, ni mucho menos alguien que se da por vencida a la primera de cambio. Han pasado los años pero todas aquellas palabras, risas y silencios siguen haciendo eco en mi cabeza. Son parte de las secuelas de esa relación dañina y destructiva. Amistad la llamábamos.
Puede ser infantil o inapropiado en una persona de mi edad, pero sólo cuento los días, los minutos y los segundos para que me pregunte: "¿Qué tal han ido las notas? Espero que bien", aun sabiendo que sólo esperas que te diga lo mal que me ha ido o lo flojas que han sido para que te recrees en lo que crees y piensas sobre mí. El problema es que me sigues viendo como la chica que era antes, esa que conociste a medias y a la que aún a día e hoy, le sigue importando (aunque menos) tu aprobación.

miércoles, 4 de junio de 2014

De un extremo al otro.

Que alguien me explique dónde está el orgullo desmesurado del que todo el mundo se quejaba, dónde se ha quedado esa parte de mí que no retorcía el brazo ni aun teniendo que hacerlo. Dónde está esa persona que era incapaz de hablar o actuar primero que los demás por venerar ese orgullo por encima de todo lo demás. DÓNDE. Cómo y cuándo he pasado de un extremo al otro. Por qué. 
Puede que porque vi que perdía más de lo que ganaba y me negué a que algo tan simple como un 'lo siento' o un 'hola, tenías razón' me hicieran perder a las personas que me importaban. Puede que dejara de compensarme en algún momento y decidiera cambiarlo. Pero, ¿no podía ser un punto medio? ¿Tenía que ser otra vez otro puto extremo? Ese será el dilema de mi vida siempre, está claro.
De tardar semanas, incluso meses en ni siquiera replantearme el hecho de que a lo mejor no tenía razón y que me tocaba a mí reaccionar a esto. A contar las horas que se supone que te conceden algo de dignidad para ser la primera en hablar. A empezar siempre la conversación para no perder nada ni a nadie. A acostumbrar a todas esas personas a que tienen que esperar sólo un rato para que yo me disculpe, me arrastre o cosas similares. No hace mucho que todas ellas eran las que se dejaban el culo para arreglarlo y pasar página. Y estoy cansada. No digo que la otra opción fuera mejor que esta, pero desde luego ser siempre quien tiene que ceder, y que sea por miedo, no lo es tampoco.

lunes, 26 de mayo de 2014

Cómo no, lo tengo todo a mi favor. Cómo no, es ironía. No puedo pensar en otra cosa que en que va a ser su cumpleaños en un día...en que no seré la primera en felicitarte como es costumbre desde hace años. Cada vez me gusta menos mayo, y eso que nunca me ha entusiasmado. Y es duro. Es duro desprenderse de las costumbres y más si te gustaban. Han pasado casi seis meses y todavía no he encontrado la forma de que no me torture su recuerdo cada día. No he aprendido cómo soltarlo. Y si no ha acabado conmigo, me ha dejado a ras de suelo. Y le odio. A ratos. Por no quererme bien, por no dejarme quererle, por ser un imbécil redomado, por no pillar nunca nada al vuelo...pero sobretodo por haberme hecho esto. Por dejarme sola. Por hacer que me sienta sola sin él. Porque da igual con quién esté, con quién me tome un café o quién me acompañe de camino a casa...me ha dejado sola. Me siento sola. 

Y lo peor es que aunque quiera no puedo odiarle, aunque a veces lo crea como ahora. No puedo porque hubo un tiempo en que fuimos un par de kamikazes ilusos y enamorados que daban más que asco, pero nos quisimos y mucho. Y ya nunca volveremos a hacerlo, no a plena luz al menos. Nunca más a la vista, sólo en silencio, por dentro.Y eso es lo único que realmente nunca voy a poder perdonarte.

sábado, 24 de mayo de 2014

Mensaje para mi otro yo.

Antes eras más divertida. Te has envuelto en demasiadas noches en vela, y entiendo que necesites tiempo para recuperar esa chispa, esas ganas de vivir que tenías y que nunca debiste perder.
No tenías seis días malos de siete a la semana; tenías uno. No hace tanto tiempo que te lo pasabas bien, y lo que era realmente difícil era ponerte tan mal como ahora, y mucho más que tocaras fondo. Ahora, desde hace unos meses, lo has hecho demasiado a menudo y ya basta. Basta de compadecerte y de pensar en lo que podría haber sido. Te martirizas demasiado y sin sentido porque en el fondo sabes que aunque le quieras, no puedes estar con una persona así. Porque no eres sencilla, ni simple. No te conformas con cualquier cosa aunque por él hubieras estado dispuesta. Eres ambiciosa, tienes grandes aspiraciones, y sabías que tarde o temprano tendrías que elegir entre ellas o él. Y nos elegiste. Y te parece egoísta, porque estás acostumbrada a eso de 'primero todos los demás, y ya si eso yo después'. Y no. Hasta alguien tan sumamente entregada como tú necesita ser egoísta de vez en cuando. Y te sientes mal por ello, por abandonarle cuando está pasando por su peor momento...pero sabías que eras tú o él, y no es que precisamente él se haya esforzado en demostrarte que merecía la pena seguir con eso. Además, mejor ahora que dentro de unos años. Mejor ahora que cuando fuese demasiado tarde.
Le quieres y lo comprendo, entiendo qué pudimos ver en él. Pero lo vimos hace unos años y no queda prácticamente nada de ese chico. AFRONTÉMOSLO DE UNA VEZ. Lo que nos hace falta es estar un tiempo alejadas de él y la vida o el destino dirán. Lo que tenga que ser, será.
Ambas sabemos que le querrás siempre, que le llevarás contigo a cualquier parte porque lo que él ha sido para nosotras no lo será nadie más. Pero querer no es amar. Y le tendremos cariño. Quedaremos de vez en cuando con él para tomar un café y ponernos al día. Y cuando lo hagamos estará bien. Siempre y cuando nos hayamos desecho de la parte de nuestro ser que le ama por encima de todo. Si no, NO. En lo referente a él ya llevamos demasiados errores,y NO QUEREMOS OTRO MÁS.
Además, no nos engañemos. Sabíamos aunque no queríamos verlo que él no sería con quien compartiríamos la vida y alguna que otra cosa más. El por qué es fácil. Lo hemos dicho, no somos conformistas. Para nada. Eso de cosas mediocres y sueños sólo para soñar no es lo nuestro.
Necesitamos a un chico/hombre que sepa un poquito de todo, alguien con quien poder tener una conversación sobre cualquier tema y notar que está puesto en la materia, tanto que incluso prefiramos hablar con él toda la noche a quitarle la ropa. Porque una relación no puede basarse en eso, hemos tomado nota.
Alguien a quien le guste leer, que pueda recitarte tanto Keats como a Neruda. Alguien que, al igual que nosotras, no lea libros sino que los devore.Que nos conozca al dedillo como nosotras a él, porque que nos sorprendan sabiendo pequeños detalles que supuestamente solo nosotras conocemos, nos encanta. Nos gusta casi tanto como las cañas al salir de la universidad, así que fíjate. Alguien que nos mime con ternura y en quien podamos confiar, por mucho que a partir de ahora eso pueda costarnos. Y aunque nos duela, que nos duele, él no era así. Ni lo ha sido ni lo será. Pero eso no implica que no queramos tenerle en nuestra vida, lo sé, porque ha estado en todo momento desde el primer día que apareció. Pero te repito que si tiene que volver a nuestras vidas, lo hará. PERO SIN QUE NOSOTRAS LE ARRASTREMOS HACIA NUESTRO LADO. A VER SI LO ENTENDEMOS. Nos merecíamos algo mejor, alguien que entre otras cosas, comparta nuestras aficciones y nuestros sueños, aunque solo sean un par. Alguien que tenga gran parte de las cosas que antes hemos mencionado. Porque querida, nos gustan los chicos así. Así que solo te pido que te dejes tiempo para lamerte y curarte las heridas, que no quieras recurrir a él otra vez para no sentirte sola porque no lo estás, y que empieces a querernos un poco más. Que dejes tiempo y tierra en medio para olvidarnos de él, o por lo menos desenamorarnos, porque si no las cosas no podrán ir a mejor. En cuanto eso pase, las cosas irán a mejor. Nos lo prometo, y sabes que no prometemos en valde.

viernes, 23 de mayo de 2014

Estas líneas vuelven a ser sólo para mí. Ni quiero ni puedo dejar que nadie las lea, aunque dudo que alguien perdiera tiempo en ello.
Sólo hace cinco días que no hablamos, y se me hacen años. Pero sé que un tiempo sin él merodeando por todas partes puede ser mi única salida. También sé, como cualquiera que me conozca, que nunca abandono a nadie que me importa a pesar de lo que haya hecho. Y ¿cómo voy a hacerlo con él? No es propio de mí y noto como aunque sea un poco, me siento culpable. 
Pero necesito ordenar mis prioridades y aclarar mis ideas antes de dejar que vuelva a poner un pie en mi vida de nuevo. Le dije que no quería a alguien así en mi vida porque es cierto, no lo quiero. Así no. También sé que ese puede haber sido el mayor incentivo para que algo, remoto aunque sea, cambie en él. 
No quiero sacarle a patadas de mi vida aunque lo he hecho. No va a volver a tener el mismo papel, pero necesito que al menos tenga uno. No sé si es necesidad o capricho, pero quiero tenerle, aunque sea a ratos, aunque sea de muy de vez en cuando...aunque todavía quede mucho para eso.

miércoles, 21 de mayo de 2014

Fue bonito mientras duró.

Volveremos a estar cerca, pero parecerá que estamos en el hemisferio opuesto al otro. Aunque lleguemos a casi rozarnos, estamos muy lejos el uno del otro. Y a partir de ahora, así es como serán las cosas. Ni siquiera una ilusa y apasionada como yo puede luchar contra todo. Hay límites incluso para mí. Hay cosas que ni siquiera yo podía obviar. Y es que en el fondo, aunque yo lo haya dudado a veces y aunque lo vivieron a la par que nosotros estarían en contra, me quiero más a mí misma. Si no, ¿cómo explicas que me haya apartado a tiempo? Si no, ¿por qué no me he dejado arrastrar a pesar de que acabaría igual o peor que tú? Creo que esa es la respuesta. Eso y que he dejado de conformarme con cualquier par de brazos dispuestos a abrazarme por las noches para no sentirme sola. Después de la cuarta va la vencida, o bueno...de la quinta. Creo que no quería darme cuenta de que tú no podías aportarme lo que yo busco en otro persona. Creo que nunca lo hiciste, pero eso no me impidió enamorarme hasta las trancas. Volví a atarme porque sabía que todo un verano haciendo y deshaciendo a mi antojo iba a suponer que no iba a necesitarte más. No quería desprenderme de ti, así que dije mejor ahora que nunca. Pero ya no había chispa. Ya nada tenía encanto. Y es que todos estamos de acuerdo en que no hay nada como la ilusión, las ganas y la emoción de la primera vez. Es parecido durante una segunda...menos en una tercera, pero incluso en esa queda una pizca de esperanza. ¿Pero en la cuarta? ¿Cuántas veces necesité (amos) para darme (arnos) cuenta de que las cosas no volverían a ser igual? Quererse no es suficiente, como tampoco lo es necesitarse. Me perdiste el respeto y por ende yo a ti. Rompiste mi confianza y no volví a recuperarla. 
No implica que no te quiera, ni tampoco que no quiera estar contigo, pero hace mucho tiempo que eso dejó de ser suficiente. Me duele que no vayas a verme progresar, crecer, conseguir mis objetivos. Me duele que no vayas a celebrar mis logros y que no vayas a recogerme en las noches frías. Pero se acabó. Suena poco creíble después de haberlo dicho veinte veces, pero esta es la definitiva. Se nos fue la magia, consumimos toda nuestra dinamita. Ya está.
Necesito a alguien que me de guerra, alguien tan sumamente lleno de carácter como para contrarrestar el mío, y así complementarnos. Alguien que me quiera sin condiciones, sin tapujos, y que no me haga sentirme mal por mi forma de ser ni por mi brusquedad al decir las cosas. Alguien en quien depositar mi confianza de forma ciega como solía hacer contigo. Alguien que me quiera lo suficiente como para cuidar de mí como yo cuidaría de él y que no fuese solo cosa mía. Alguien con quien pueda hablar horas y horas de temas interesantes y saber que podría seguir así hasta el día siguiente. Alguien que me quite la ropa pero también que deje ante mí su alma desnuda. Lo peor es que supe que esas cosas, cosas que alguien como yo necesita y busca, tú no ibas a dármelas. Pero te quería tanto...estaba tan enamorada de ti...y te quiero. Pero como he dicho ya nada tenía encanto. Ya no estoy enamorada. Ya no lloro por las noches porque me duela que puedas estar con otras. Me entristece no tenerte en mi vida de ninguna forma, pero no que no estemos juntos. Supongo que todo se acaba y que esto que teníamos, se llame como se llame, no iba a ser la excepción. Puede que pasen los años, demasiados, y volvamos a encontrarnos. En otro sitio, con otro aspecto, con una nueva forma de ver la vida. Puede que quedemos de vez en cuando para tomar un café y para rememorar aquella vida que durante tantos años compartimos. Puede que incluso volvamos a encontrar el punto en común...pero nunca volveremos a ser los que fuimos. Ni juntos ni por separado. Y aunque las cosas se hayan puesto realmente feas, siempre te llevaré conmigo. Has sido la primera persona a la que he querido con toda mi alma, y la primera que me ha querido a mí de la misma forma. Te convertiste en mi hogar, en la mejor razón para volver a casa, y fuiste quien me ayudó a superar las peores cosas que me han pasado en la vida. Has sido mi verdadero primer amor, y eso, a pesar de lo que nos ha pasado, nunca voy a olvidarlo. 



"A pesar de todo, fueron buenos años...fue bonito, mientras duró".

martes, 20 de mayo de 2014

Hasta pronto, hasta nunca...quién sabe.

Se fue la pizca de esperanza que me quedaba. Y aun sabiendo que me dejaría envolver y arrastrar hasta los confines de sus ojos sólo por no perderle nunca, aunque estaría dispuesta, no voy a hacerlo. No quiero dejarme llevar por esa espiral de arrepentimiento y cabeza baja que le rodea. Destroza todo lo que toca, y después de tantos años dejando que lo haga, me he cansado de romperme y de coserme después por no querer verle marchar. Hoy he sido yo la que se ha ido y de verdad espero no volver, por lo menos en mucho tiempo...por lo menos hasta que no me importe.

domingo, 18 de mayo de 2014



Siempre habrá alguna persona que nos haga cuestionarnos las cosas que parecían inamovibles. Eso sólo demuestra que nada lo es. Para cuando quieres darte cuenta, ya estás más que dentro y aunque sepas que deberías salir, prefieres dejar que te envuelva. Hasta que te paras, lo piensas con la cabeza fría y sopesas los pros y contras. Hasta que te das cuenta de que aunque estarías dispuesto a hacerlo, no vas a hacerlo.

martes, 13 de mayo de 2014

GSMB.

Hubo un tiempo en el que tu aprobación y tu cariño lo eran todo, pero todo para mí. Has sido, entre otros, una de mis mayores fuentes de dolor y por ende de inspiración durante muchos años. Han sido incontables las veces que removías todos mis sentimientos y mis emociones, y solías ser quien me quitaba el sueño por las noches. Tampoco hace tanto que lloré hasta cansarme por ti, pero sí fue la última.
Si me paro a pensarlo, ya no me sirves ni para plasmar aquí mis delirios, esos que nadie aparte de mí lee. Ya no me da pena, ya no te echo de menos, por supuesto ya no te necesito para nada, y sobretodo, tu aprobación o tu punto de vista me son totalmente indiferentes. Pero, como he dicho al principio, hubo un tiempo lejano, según se mire, en el que tu apoyo y tu forma de verme me definían.
Llegaste a marcar mis pasos realmente y perdí el culo por ti y por sacarte un tema de conversación tantas veces que me perdí por la mitad.
Me abandonaste y eso es un hecho, pero esa pérdida ya la he llorado lo suficiente como para dejarla ir, al igual que a ti. Por aquel entonces pretendía ser como tú o por lo menos parecerme en muchas cosas. Me imponías tanto respeto como admiración. Tu forma de ver la vida, tu constancia infinita, tus principios inquebrantables, tu fe perfectamente discutible sobre un ende "superior", tu soberbia incorregible. Eras todo lo que yo pretendía ser, un espejo donde mirarme. No podéis pedirme más, tenía dieciséis años y él era para mí como un hermano. Por un tiempo se portó como tal. Después, inevitablemente, salió a relucir la total gilipollez que escondía debajo de todo ese encanto presuntuoso. 
La cuestión es que puedo mirar todos aquellos años, todas las noches que me pasé llorando, todos los días que se basaban en preguntarme qué había hecho mal, en reconstruir los hechos buscando respuestas y de buscarte en cada una de las calles de esta ciudad; estoy por encima de todo ello. 
No pretendo ser tú. Pretendo ser mejor, totalmente opuesta a ti en una infinidad de sentidos y así poder sentir que por una vez todo lo que hago o todo lo que me es dado como recompensa por mi esfuerzo es solamente por mí. Por nadie más. Nunca más por ti, como siempre debió ser. 
Puede que esta sea la verdadera carta de despedida, o puede que simplemente sea el resultado de tantos años culpándome por algo en lo que ninguno de los dos tuvo la culpa o eso es lo que pienso. Sinceramente me da igual. Si hay algo que aprendí de ti, y puede que lo único útil, es que cuando una persona es un obstáculo para nuestros fines, simplemente hay que prescindir de ella. Como tú hiciste conmigo hace años y como yo hago ahora.

lunes, 12 de mayo de 2014

Todas las cosas que no te dije ni diré (o que no tuviste en cuenta). 27 de abril.

Me gustaba retarte con cualquier cosa porque si había algo que me atraía de ti es que eres casi tan soberbio como yo.

Te picaba la mayoría de las veces siendo consciente de lo mucho que podías llegar a enfadarte, pero no había nada comparado con ver que también tenías sangre de vez en cuando.

Me gustaba colocarte el pelo, despacio, y ver la media sonrisa que se te escapaba al hacerlo.

Tus chistes solían ser pésimos, pero me reía sólo para que pensaras que me hacían gracia y para que no te sintieras mal.

Me gustabas más dormido que despierto. Con los ojos cerrados y la respiración profunda, mirándote. Fue la mejor forma que había para conocerte mejor.

Tus inseguridades me provocaban a mí lo mismo, pero seguramente más profundas que las tuyas.

Me ponías enferma cuando tenía que explicarte las cosas más de dos veces, y realmente creo que no todas te quedaron claras.

Te quería y te quiero por encima de mí, y ese será el gran secreto que seguramente nunca te confiese.

No me importa con quién estés o lo que hagas hasta un cierto punto, pero prefiero eso a que vuelvas a engañarme otra vez si es que hay una próxima.

A veces me dabas a entender que te presionaba, cuando en el realidad te dejé tanta libertad como tú a mí. Plena y absoluta.

No te quería pegado a mi culo todo el día, pero hubo veces que ojalá lo hubieras estado porque te necesitaba, sin tener que pedirlo.

Ojalá fueras capaz de ver todos los detalles que yo veo, que veía, sin tener que arrancarte un gesto.

Ojalá que puedas volver a mí y que eso nos haga sentirnos a ambos libres. No me gusta ni un pelo que puedas estar con otra, ni con otras, pero sí espero que si eso pasa, te des cuenta de que a quien quieres tener por las mañanas despertándome es a mí y a nadie más.

Lo que más me gustaba después de reencontrarme con mis amigas al volver a casa eran tus mimos, sentir lo fuerte que me abrazabas y lo claro que eso me dejaba que no querías que me fuera nunca más.

Tus pequeños detalles, que a pesar de que eran muy de vez en cuando, en alguien como tú valían el doble.

Que me esperases cinco años para luego engañarme. Te hubiera partido el cuello, y te hubiera descuartizad lenta y dolorosamente. O algo peor. 

Que por alguna extraña razón, nuestros caminos se separan pero siempre penden de un hilo y vuelven a reencontrarse. No sé si me gusta o me preocupa, la verdad.

Que eras un egoísta y un imbécil, pero que siempre supe que harías cualquier cosa por mí, cualquier cosa para que vuelva a confiar en ti y para recuperar parte de lo que perdimos.

La mitad de ellas no las sabrás jamás, y las otras...puede que tampoco. Pero ninguna de ellas me ha hecho quererte menos, sino puede que más. Preocupante, pero cierto.



domingo, 11 de mayo de 2014

Sé que nadie pertenece a nadie. Pueden quererse, amarse, compenetrarse...pero no pertenecer el uno al otro. Pero ojalá me perteneciera. Ojalá no tuviera que pensar que cualquier día, en cualquier momento, estará con otra persona. Que va a entregar su piel y sus caricias a alguien distinto a mí. Qué más da con quién haya estado o con quién me haya acostado si al final lo único que buscaba eran sus ojos mirándome, haciéndome sentir como sólo él ha sido capaz. No quiero a nadie más, ni pretendo que él tampoco...pero como todo, es probable.
Es posible que comparta con otra persona lo que hasta ahora sólo era para mí. Y no me preocupa que se acueste con otra o que se bese con cinco más. Me preocupa que encuentre a alguien a quien confiar sus miedos y sus deseos, sus problemas y sus días malos. Que conecte de una forma tan sumamente profunda y especial que como conmigo. Eso es estar con alguien, no lo demás.

Ojalá me siga queriendo tanto o más que antes y que no sea capaz de encontrar a alguien capaz de sentarme en el banquillo.

martes, 6 de mayo de 2014

Hablando se entiende la gente o eso dicen. Hay diversas situaciones que se pueden malinterpretar, muchas otras que pueden parecer lo que no es y también están las que personalmente más me frustran: ver lo que nos da la gana.
La verdad es tan relativa...cada uno tenemos la nuestra. Son demasiadas las cosas que pueden influir en ella o en nuestra manera de interpretarla. 
El caso es saber y conocer la propia, entender que no es así porque tú quieras verlo de ese modo, sino porque lo es y punto. 
No hay color entre tener la conciencia tranquila y saber que no puedes tenerla. No te sientes igual sabiendo que estás mintiendo que cuando no te preocupa que otros puedan creerte o no porque tú la conoces, tú la sabes. 
Esas situaciones anteriores tienes solución, absolutamente todas. El problema se da cuando alguien no la cree pero no porque no la conozca, que también, sino porque la suya es más apropiada para sí misma o para lo que supuestamente considera. Explicarse reiteradamente o intentar justificarse sólo te pone en el punto de mira y hace pensar que realmente tienen razón. Contra una duda, no hay nada que hacer. Quien no quiera creerte no va a hacerlo.

miércoles, 30 de abril de 2014

Por fin es real. Ya no estoy viviendo dentro de las ilusiones y las esperanzas que me parecían reales. Ya no espero a que las cosas sean como yo esperaba. Ahora, en este momento y por fin, estoy viviendo las cosas como son. Claro que me duele, pero cuando ya no es la primera vez, cuando sabes cómo te sientes cuando pierdes a alguien, te das cuenta de que ojalá desde el principio hubieras visto las cosas como eran y no como ansiabas que fueran. Todo es mucho más palpable, incluso duele más, pero duele porque tiene que doler. 
Pretendía que cambiara por mí, que lo que fuese que sentía por mí fuese lo suficientemente fuerte como para hacer algo impropio de él: luchar. Pero sé que en el fondo, le marqué. Sé que no seré un nombre de esos que se olvidan cuando pasan demasiados años y nadie vuelve a pronunciarlo. Puedo pensar que no le importé en absoluto, que no me quiso como debería, que pudo haber hecho mucho más de lo que hizo y que no es una persona que sea apropiada para mí porque todo eso es cierto, pero me quiso. Lo hizo mal, pero me quiso. Le marqué, fui la persona con quien se veía dentro de veinte años, o quizá treinta. No es porque él me lo dijera infinidad de veces, que también; es que podía verlo en sus ojos, sentirlo en sus caricias. Sé exactamente cómo debió sentirse, yo también he tenido un primer amor...aunque todos me parecen corrientes y me cuesta acordarme de lo que es amar a una persona antes de él. Es como si los demás hubiera sido simples teloneros de la actuación final. 
El caso es que ni sus sentimientos ni sus ganas por hacerlo bien pudieron contra su conformismo. No pudieron contra su apatía, ni contra su egoísmo. 
Y yo, después de tantos años intentando, esperando a que cambiara, simplemente bajé los brazos. La realidad por fin se impuso hasta para mí...y es que, palabras textuales suyas, "qué le pides a alguien que no tiene cabeza". Aunque esto no iba de razón, sino de vísceras. Pero se me olvidaba que cualquier cosa que no le den hecha, no sabe cómo afrontarla. Y me cansé. Me elegí. Hasta yo tengo un límite aunque no lo parezca. 
Me ha hecho muy feliz durante mucho tiempo, pero también ha convertido mi presente en un mar de lágrimas y dudas. Y no puedo más. No fue él el único que no pudo contra sí mismo. Yo tampoco pude seguir anteponiéndole a todo y a todos. No pude quererle por encima de mí, y mucho menos dejarme en sus manos. No pude luchar contra mis principios, y aunque me costó, tampoco contra mi sentido común.
Seguir haciendo lo que sentía me dejaba claro que se me iba la vida en cada intento, que me estaba saliendo demasiado caro, y es que no siempre es lo mejor hacer lo que nos gustaría hacer... y os lo dice alguien que hasta hace poco, siempre se dejaba llevar y envolver por absolutamente todo.
Con el tiempo aprendes que hay que dejar ir, que madurar es elegir y no conformarse.


sábado, 26 de abril de 2014

Hay que perdonar, y perdonarse.

Puede ser una gran virtud eso de ver lo bueno en las personas a pesar de que haya demasiados motivos que intenten echar esas suposiciones abajo. Claramente, como todo, es bueno en su justa medida. Si esa "característica" la pones en alguien como yo, y si a eso le sumas el exceso y mi forma de ser pasional, puede ocasionar una verdadera hecatombe. Lo normal es ser desconfiado e incluso reacio hacia algunas personas, pero no en mí. No soy confiada tampoco, pero tengo ese don o esa maldición, según se mire, de ver a través de todos los fallos y errores de los demás la luz que ilumina el fondo de sus almas, esa luz que todavía les tiene del buen lado. El problema es que la veo hasta cuando se apaga por completo.
En el fondo seguía viendo a ese chico de dieciséis años atento, dulce y encantador que se sentaba conmigo en clase, con el que hablaba a todas horas, con el que me tiraba tizas y borradores, y con quien día tras día acabé compartiendo hasta el más mínimo detalle de mí, hasta el doblefondo de mis tormentos y alegrías.
Era el ser más impoluto e inocente que había visto en mi vida. Era como arcilla no solo en mis manos, sino en las de cualquiera con un mínimo de carisma. 
Creo que si tenía que enamorarme de él tarde o temprano, aquel momento en el cual era todavía potencia y no acto, hubiera sido el mejor. A fin de cuentas, por aquel entonces la única persona de mi clase, del curso y posiblemente de toda la ESO que no sabía que perdía el culo por mí era yo. Eso o que no quería verlo, que también es probable.
El problema es que me enamoré de él cuando ya habían echado raíces en él el orgullo, el egocentrismo y el egoísmo. Cuando toda esa inocencia e ingenuidad estaban corrompidas y casi extintas, y cuando el único potencial que brillaba en él era el de decepcionar y fallar a quien se le pusiera por delante. Cuando se cambiaron las tornas y era yo la que perdía el culo por él, en demasía he de añadir. Cuando todos esos recuerdos me hicieron montarme una película en mi cabeza de cómo pensé que era, o mejor dicho, de cómo creí que seguía siendo. Pero ya nunca volvería a ser ese chico, y de hecho no ha vuelto a serlo.
Me enamoré de su forma de ser anterior, de su alegría contagiosa y de la facilidad que tenía para serenarme cuando nadie más podía. Pero repito que ese chico ya no existía ni volvió a ver la luz.
He hecho hasta lo imposible por poder perdonarle, por poder volver a estar con él y sentir que en parte, volvía a pertenecerme. No sé si os dais cuenta, los dos gatos contados que leáis esto, que todo se trata de que yo hiciera esto o aquello. Yo le perdone, yo pueda volver con él. Nunca fue un volvamos a intentarlo, empecemos de cero, pongamos los dos de nuestra parte para que salga bien. Siempre fui yo y mis ganas de arreglarlo, yo y mis ganas de tenerle conmigo, yo y mis ganas de quererle y cuidarle. Pero yo, y sólo yo al fin y al cabo.
No había ni reciprocidad, ni ganas, ni nada en él. Se sentaba a esperar, una vez más, que la estúpida de siempre lo hiciera todo por los dos. Si fuimos amigos tantos años es porque yo lo hice todo, porque perdonaba y pasaba cosas que no debería. Y ese no fue el problema, el problema llegó cuando el mismo error lo perdonaba tres, cuatro, veinte veces. Supongo que a todos nos ha pasado eso (al menos si sois igual de ilusos que yo) de que esa otra persona nos dice "lo siento" porque sabe que con eso haremos lo que quiera. Y sí, no niego que ha hecho conmigo lo que le ha dado la gana, consciente de ello o no.
Lo de hoy sólo ha sido la culminación de años y años haciéndome lo mismo, perdonando lo mismo, pero sufriendo el doble. Supongo que hasta yo, a quien deberían darle un premio con honores por paciente, tiene un límite. 
No estaba irascible porque los demás estuvieran más pesados o más quisquillosos de lo normal; estaba que quemaba porque con quien estaba realmente enfadada era y es conmigo misma. Lo estaba cada vez más con cada vez que la cagaba. Era yo quien no se aguantaba a sí misma, no iba con otros el tema. Era algo mío y sólo mío. Yo contra mi razón, yo contra mi sangre fría. Lo que me hacía hervir la sangre era que todo aquello que todos me decían sobre él desde estos cuatro meses lo sabía desde hace años. Que todas esas descripciones sobre cuán gilipollas podía llegar a ser y lo poco que me merecía alguien como él, lo sabía. Y si había algo que realmente me hacía escupir fuego por la boca de rabia es que nada de eso me hacía quererle menos o dejar de hacerlo. Nada de ello fue lo suficientemente fuerte para mí como para decirle que no todas las veces que debí hacerlo. El enfado era conmigo misma, la decepción también. Era contra mí misma con quien estaba evitando luchar, y a quien no quería hacerle frente pues ello supondría tener que reconocer lo mal que lo estaba haciendo todo y lo equivocada que estaba. Era sentarme frente a mí misma y frente a mi amor propio y tener que agachar la cabeza más de lo que estaba preparada para soportar. Es duro dar a otros la razón o tragarse el orgullo cuando sabes que has errado, pero ¿hay algo más difícil que hacerlo ante uno mismo? Es incomparable a cualquier otro sentimiento, a cualquier otro acto. Es seguramente una de las cosas más duras que debe hacer una persona en algún momento de su vida: rendirse cuentas, pedirse perdón, y sobretodo, perdonarse.
Yo no me he perdonado y sigo más que decepcionada con todo lo que he hecho y no debía, con todo lo que he creído que no había por dónde coger. Pero lo hecho, hecho está. No me arrepiento de nada, porque tal y como lo sentí lo realicé, pero no sé si lo repetiría, o no todo al menos. Los reproches o martirizarme aún más no van a hacer que esto se acabe antes. Lo único que puede sacarme de esta inestabilidad, de esta noria de sentimientos, es perdonarme y seguir adelante. Me duele que sea sin él, por supuesto que sí, me duele más de lo que todavía puedo decir con palabras, pero no es lo que yo he elegido. No se ha acabado por mi culpa, sino porque he dejado de tirar sola de un carro para dos. Porque me he cansado de ser el pañuelo de lágrimas de todo el mundo y en especial de ser el suyo para no recibir nada a cambio, nada aparte de reproches, culpas que no eran mías y desagradecimiento.
A pesar de no ser una santa, ni yo me merezco eso. No voy a olvidarme de él, le seguiré queriendo, le seguiré viendo en cada puesta de sol, en cada canción lenta, en cada par de ojos oscuros, en cada noche con una cama demasiado grande para una sola persona. Pero necesito cumplir el tiempo de duelo que mi alma necesita, y después de todo, lo mínimo que puedo hacer es dárselo y esperar que así, aunque no le olvide, deje de quemarme y deshacerme por dentro; que duela menos, y que no me lo ponga demasiado difícil.

viernes, 25 de abril de 2014

Taking chances.

Poner demasiado a prueba nuestros límites puede salirnos demasiado caro a veces. Y quien diga que no los tiene es un necio. 
Puede que no me recupere de una segunda, y sé que es una posibilidad. Puede que lo repitas y que esté cometiendo un gran error, y puede que llegue a lamentarlo en un futuro no tan lejano. Pero te quiero. Te quiero y por eso prefiero jugármela por ti, aunque sea la última vez, antes que pasarme el resto de mi vida pensando qué hubiera pasado si te hubiera dado una segunda oportunidad, si seríamos felices. 
Puede que me hagas más desdichada todavía, o puede que realmente me hagas feliz. No lo sé. Pero si vuelvo a equivocarme, si vuelves a decepcionarme y si corroboras lo que todos piensan y dicen de ti yo ya no tendré nada que replantearme. No otra vez. 

miércoles, 23 de abril de 2014

Estaba equivocada cuando decía que él me quitaba la paz y la tranquilidad que todos necesitamos; era mi calma, mi nación. Y lo sé porque raro es el día que no esté desquiciada o irascible desde que no está presente. Y todo es caos hasta que aparece. Fue un sólo instante, un segundo, pero fue suficiente para darme cuenta de que su recuerdo y sus huellas siguen viviendo, aunque aletargadas, dentro de mí; en mi piel, en mi alma. 

No tenía ni idea de lo que decía cuando pensé que me acostumbraría a verlo de nuevo como a mi mejor amigo sin más, porque no es así. Nada ha ido a menos, sino a más, y la verdad es que debo reconocer que gran culpa de ello la tiene mi "virtud" de ver siempre lo bueno de las personas a pesar de lo malo, eso y mi manía de conservar esperanzas hasta cuando las opciones están reducidas a cero. 

Sé que lo estoy haciendo bien, pero cuando lo vi a lo lejos, cuando vi su andar despreocupado y sus gestos, su forma de apartarse el pelo, me di cuenta de que si hay alguna persona con la que deba estar o que realmente me vaya a querer por quien soy, era y es él.

sábado, 19 de abril de 2014

Y si ya no se tratara de dignidad ni de dolor. Y si no importara delimitar qué somos o qué no volveremos a ser. ¿Sería más fácil? ¿Me costaría menos respirar sin sentir que te me escapas con cada suspiro? Porque no me importa. Ahora mismo no. Llevo dos meses sin verte, y eso me ha ayudado a volver a encontrarme. Y ahora que vuelvo a ser quien era a pesar de las secuelas, noto más que antes el hueco que has dejado. Sé todo lo que nos separa y no son pocos motivos pero como he dicho ahora mismo no me importa. Tampoco qué seamos o no...pero necesito que me abraces. Como si no fueras a irte. Como si volvieras a pertenecerme. Aunque sepa que tú no eres quien va a recomponerme y aunque estalle el cielo de repente. Está siendo peor el remedio que la enfermedad, y estoy cansada de luchar contra la realidad que intento no conocer.

lunes, 14 de abril de 2014

Tengo que poder con esto. Tengo que estar por encima de contar los día y las horas, de poner límites y fechas a un futuro incierto, pero sobretodo, tengo que coger las riendas de esta situación. Tengo que dejar de intentar que otros me crean cuando les digo que se acabó y empezar a creérmelo yo. Tengo que dejar de pretender convencer a los demás de que las cosas van a empezar a ir bien otra vez y concienciarme yo para que así sea. Es sólo que duele y todavía es muy pronto para mí decirlo en voz alta. Es como si al hacerlo, el significado fuera completo y como si todo se magnificara. Sería hacerlo real, palpable. Pero ya he llorado demasiado por esta pérdida, más de lo que debería haberlo hecho y tengo que pararlo. No puedo seguir martirizándome pensando en qué hubiera sido o quién hubiéramos sido juntos, porque ya no lo seremos, eso es lo único que sé; no sé cuándo será la definitiva, no sé cuánto tiempo o cuánto tequila va a llevarme comprenderlo. Lo único que sé con seguridad es que no tienes cabida en mi vida, ni la tendrás nunca más. 
Me habían roto en pedazos, también en pedazos mucho más pequeños y hasta en añicos, pero tú me has reducido a ceniza. Has dinamitado mi fuerte y sólo me quedan los recuerdos de cómo era. 
Lo hiciste desde el epicentro para asegurarte de que todo estallaba, y así fue. La cuestión es que ya no quiero pensar en cómo lo hiciste o por qué, ni tampoco quién hizo más por el otro o quién cumplió menos; quiero pasar página y no sólo en mi cabeza. Quiero poder decir que estoy bien y poder creérmelo. Quiero no tener que repetirme cada día que estoy haciendo bien las cosas y que estoy bien para poder levantarme por las mañanas. Quiero sentirme competente y capaz de nuevo. Quiero volver a empezar y reinventarme, y todo ello lo quiero sin tu sombra en cada paso que de, sin tu recuerdo condicionándome al decidir, y sin sentirme atada a ti para entonces.
Sólo quiero reconstruir sobre mis principios los cimientos que te has cargado con cada una de las veces que me has hecho daño. Puede que esto haya sido bajo hasta para ti, pero sólo ha sido la culminación de años perdonándote hasta lo que no tenía nombre.

jueves, 10 de abril de 2014

Cada uno aprende y siente a su manera. Supongo que yo necesité equivocarme unas siete u ocho veces más para hacer bien y comprender lo que otros consiguen antes, pero lo importante es el haberlo conseguido y yo lo he hecho. Por una vez, la primera de todos esos intentos, lo digo porque las cosas están así. Todo ha vuelto a la normalidad, todo es estable otra vez y ya no hay cabida para las dudas. Ya no se trata de las condiciones que la situación me había obligado a tomar, ahora sólo yo decido cómo va a ir todo de ahora en adelante. Ya no me controlan ni las horas ni las turbulencias. Todo ha vuelto a coger forma, a regirse bajo mis normas, como siempre debió ser. He vuelto a coger las riendas y a despeinarme sin importarme hacerlo. Todo sucede por algún motivo, así que lo único que se puede pensar es que si algunas cosas se pudren o se terminan es porque lo mejor está por llegar, y de veras lo creo. Solemos equivocarnos al atarnos a cosas y a situaciones que aunque no lo veamos, todos los demás saben que están muertas. Nos gusta demasiado revivir o intentarlo al menos, pero nada vuelve a ser igual de maravilloso que lo original. Hay que dejar volar los restos para que lo bueno, lo nuevo y lo inesperado entren de golpe por la ventana, sin avisar.

martes, 8 de abril de 2014

Dulces 19 a la más bonita.

Me tenías demasiado mal acostumbrada y posiblemente por eso esté ahora mismo más moña de lo normal. Te tenía para mí en los recreos de biblioteca, en el camino a casa de las dos o por lo menos una parte, en las tardes de por semana quejándonos de todo lo que teníamos que hacer pero sin hacer nada, los viernes con Terry amenizándonos con Love of Lesbian o Dorian, en los sábados pletóricos que siempre acababan regular o mal y en los domingos de resaca compartida. Y ahora ¿qué? Ahora mismo hace un mes y seis días que no te veo y sinceramente se me cae el mundo encima ya. No estoy acostumbrada a tener que compartirte con nadie ni mucho menos a tenerte tan lejos, a no verte en tanto tiempo. Sabíamos que algún día tendríamos que salir de casa y empezar una vida lejos de ese pueblo, lejos de nuestra familia, lejos de todos los recuerdos, tanto bueno como malos, que teníamos allí, pero lo que no queríamos pensar es que esa nueva vida, ese soplo de aire fresco, nos iba a barrer tan lejos la una de la otra.
No eres precisamente el tipo de persona que pega conmigo, pero aquí estamos. No parecía que alguien como tú tuviera mucho que ver con alguien como yo, pero míranos. Tampoco eres la persona que más tiempo lleva en mi vida, pero sé que has llegado para quedarte. Para permanecer cuando otros se vayan, para cuidarme cuando otros me destrocen, para hacerme saber que llegaste sin el propósito de despedirte.
Sé que dos años (casi tres) pueden no parecer suficiente para conocer a una persona, y realmente pienso que nadie acaba de conocer a nadie, pero tú te sabes de memoria cada una de mis cicatrices y de mis momentos gloriosos al igual que yo los tuyos; has compartido conmigo tus secretos, unos más oscuros que otros, y tú conoces prácticamente todo de mí. Me has visto en mis momentos más bajos, en los días más grises, en todas las veces que he estado a punto de rendirme y en las que me he rendido equivocadamente y aun así no te has ido. Así que me parece que entre nosotros lo del tiempo está de más. Han sido dos años muy intensos, en los que nos hemos dejado conocer y querer, apreciar y cuidar, comprender y confiar. Nos conocimos en un momento en el que ambas necesitábamos a alguien que nos escuchara de verdad y no que sólo oyera palabras sin que le importaran.
No puedo imaginarme ya un día o un verano o una locura sin que seas coprotagonista conmigo. Con cada gesto, con cada bronca, con cada noche en vela o con el simple hecho de escuchar todos mis chaparrones te has ganado a pulso que seas en quien más confío, la primera persona a la que recurro para lo bueno o para lo malo. Eres uno de los pocos motivos por los que me apetece volver a casa cada dos fines de semana y por quien el hecho de imaginarme todo un verano allí no me parece tan horrible. ¿Por qué iba a serlo? Nos lo pasaremos la mitad ebrias y la otra mitad riendo, así que no creo que nada nos pueda salir tan mal. Y no importa que ahora nuestra vida relación sea un poco virtual de más, porque ni tú ni yo somos propias de caer en la rutina, y si lo hacemos, ya se nos ocurrirá alguna gilipollez lo bastante surrealista para no perder la costumbre.
Gracias por hacer que vuelva a tener fe en una persona, sabes lo que me cuesta eso y más después de los últimos acontecimientos. Por todo lo que has hecho pero también por lo que sé que harás por mí, y por quererme tal y como soy, sin esperar que cambie ni que coincida con el prototipo de persona que puede que a veces necesites que sea. De que disfrutes de los 19 como nadie aunque no te gusten demasiado, me encargaré yo, y así hasta que seamos unas señoras mayores y recordemos cómo empezó todo y cómo tras muchos años, por suerte, hay cosas que no cambian.

¡MUCHÍSIMAS FELICIDADES PRINCESA! NO SABES LO MUCHO QUE TE QUIERO.
PD: sé que no es lo mejor que te he dicho, pero mis musas han volado :( .
PD2: siento el retraso pero bueno ya sabes que como siempre, mal y tarde, la tienes aquí.












jueves, 27 de marzo de 2014

La vida es algo que hay que morder.

Si lo pensamos detenidamente, no somos nada. Nadie. Ninguna de las personas que viven en este mundo es más que un simple ser superfluo y perecedero del que dentro de unos años nadie recordará nada, a no ser que escribas una novela inmortal o hagas una película para la posteridad. Eso sólo lo consiguen unos pocos. 
Los demás, entre los que me incluyo, sólo seremos alguien mientras sigamos respirando, y eso si llegamos a tanto. 
Yo solía pensar como muchos otros que conseguiría algo definitorio que me hiciera perdurar aún después de mi muerte, conseguir algo grande, lo suficientemente importante como para vivir en la conciencia de los demás durante algo más que un instante. Pero la vida es eso. Un segundo de luz y oscuridad intercaladas que cuando acaba ya no deja rastro. Es mucho más sencilla de lo que nos parece, pero nuestros miedos, inseguridades y supuestas limitaciones la hacen tan sumamente insufrible a veces... no digo que sea sencilla, sólo que todos esos factores magnifican todo lo negativo que trae consigo.
Conceptos como la soledad o el amor suelen predominar en las vidas de todos nosotros. Con frases baratas y baja moralidad nos han convencido finalmente de que solos, sin una persona que nos ame y nos de los buenos días por las mañanas no podremos ser felices; que estar solo o soltero es una aberración que no puede llevarnos a nada más que a desdicha hasta que esa persona aparezca. Y aunque pensemos que no, aunque queramos negarlo, ya está dentro de nuestra cabeza. Y ¿qué pasa, que si no tenemos pareja ya estamos dañados o no merecemos las mismas cosas que la gente que sí la tiene? Paparruchas. 
¿Qué pasa con la familia y los amigos? ¿Ellos no pueden hacernos sumamente felices? Claro que pueden, es más, suelen ser lo que más lo consiguen. La felicidad es demasiado ambigua como para intentar definirla. Cometemos el error de pensar que es un destino cuando en realidad la clave es el trayecto. 
Un beso inesperado, un abrazo en el momento justo, un 'te quiero' de tus padres, un detalle vacío de materialismo y repleto de valor sentimental, un sol radiante por las mañanas...todo ello y muchas más cosas deberían bastarnos para serlo. Pero en vez de eso, preferimos martirizarnos pensando en la vida que nos gustaría tener y que no tenemos. Supongo que es más sencillo imaginar y planificar cosas que están en el aire que asumir que la vida que tenemos es esa que no siempre nos agrada. Pero es la que tenemos, y hay que saber apreciarla y cambiarla hasta que por fin pueda estar a nuestro gusto. Con sacrificio, paciencia y dedicación gran parte de las cosas que vemos imposibles o demasiado remotas se cumplen. 
No soy el mejor ejemplo para predicar sobre esto último, yo, que me he pasado casi cuatro meses lamentándome y llorando por cuán distinta sería mi vida si una persona no hubiera sido tan egoísta. Bueno, pues lo ha sido. ¿Y? ¿Dormir más de la mitad del día o beber hasta perder casi el conocimiento va a hacerme olvidar? Claro que no. Lo único que he hecho es desperdiciar todos esos detalles de los que he hablado antes. Me he perdido innumerables amaneceres, he desperdiciado horas que podían haber sido mucho más fructíferas, puede que haya dejado pasar alguna que otra oportunidad de conocer a una persona nueva, no me he percatado de todo lo bueno que había en mi vida por lamentarme de lo que ya no está en ella. Puede que no sea la más indicada para hablar por una parte, pero por otra, como metepatas nata, sí que estoy en la obligación de avisar a otros de lo mucho que puedes llegar a perder o a dejar escapar por lamentos inútiles y por forzarte a ti mismo a olvidar algo que mientras lo intentas, más lo recuerdas. 
Todo sucede por una razón, y lo único que podemos creer es que lo mejor ha de venir aún. Tener una mínima esperanza de mejora y tener paciencia para saber atraparla cuando llegue es lo único que tenemos. Todo lo demás es tan subjetivo que no se percata ni en el aire. Así que de parte de una persona que se ha cansado de atormentarse y compadecerse, vivid, porque nunca se sabe quién, qué o cómo algo puede sorprenderte.